martes, 28 de febrero de 2012

La prensa cubana y las redes sociales: una caldosa de bits


Curioseando por los blogs de otros colegas cubanos, encontré esta interesante reflexión acerca del uso de las Redes Sociales en Cuba, y la necesidad de emplearlas eficazmente como arma de combate ideológico para enfrentar las continuas campañas mediáticas que los enemigos de la Isla fraguan a diario, apoyados en los grandes medios de comunicación.
Cuba, La Isla Infinita comparte con sus lectores, este texto publicado originalmente en el blog de Yohandry. Disfrútenlo.

Un texto de Yohandry Fontana
Una convocatoria circula por los buzones de correo electrónico donde el remitente alerta: “como usted puede ser, sin permiso de nadie, un medio en la red, ayúdenos a divulgar nuestro evento”.
Se trata de un reconocimiento implícito a las grandísimas posibilidades comunicativas de las que es portadora la Red de Redes y que, lamentablemente, no todos en nuestra Isla valoramos por igual.
Mientras se reciben exhortaciones como la que encabeza estas líneas, y mientras hay quienes dedican toda su potencial profesional a elaborar y difundir mensajes en la red; existen medios de prensa cubanos digitales que prácticamente se limitan a reproducir el contenido de la edición impresa, y solo actualizan una o dos veces al día.
Puede estar aconteciendo el más grande terremoto, puede haber fallecido una destacadísima personalidad, haberse estrellado un avión… que ellos ya actualizaron, y habrá que esperar al siguiente día.

Ah, pero más allá de nuestras fronteras, y aun en “el patio”, corresponsales de agencias de prensa, las ediciones digitales de los grandes – también de algunos pequeños- medios, continúan con su quehacer, y es por ellos que finalmente en Cuba puede uno enterarse de las noticias de último minuto.
Salvo Cubadebate y Cubasí, junto a otros contados ejemplos, no parecen existir muchos espacios digitales en Cuba que desde la institucionalidad se mantengan alertas y difundan paso a paso el acontecer nacional e internacional.
Las redacciones integradas siguen sin concretarse, es posible que apenas se entienda con claridad de qué se trata; algunos directivos sobre todo concentran esfuerzos en coberturas muy específicas como grandes acontecimientos nacionales.
Pero salvo esos casos, parece bastar con que “la redacción digital siga su marchita”, lo cual es sinónimo -no en todos los casos, subrayo-, de cortar y pegar noticias, casi siempre con más de doce o más horas de atraso.
En esta caldosa binaria, también está, aunque en minoría, la otra cara del mousepad: los medios donde se exige fuertemente a sus reporteros tributar para la web. Y en esos casos, los periodistas no se limitan para quejarse con otros colegas de cuán cansados están de tanta exigencia, “que, en definitiva, no va a ninguna parte y el salario es el mismo”.
Sin dudas, no llegará lejos si no parte del convencimiento de cada reportero sobre lo necesario e importante de tal labor. Pero si eso se desconoce o se subestima, si no es lo convenientemente estimulado, entonces nos quedaremos en la orilla, y seguirán siendo “los otros” quienes continúen sembrando sus matrices de opinión, sus enfoques manipulados.

El que da primero, da dos veces
El mundo marcha demasiado rápido. Aunque ese no sea nuestro caso en materia de acceso a nuevas tecnologías, incluyendo el nivel de penetración o conectividad,  quien primero difunda en la Red de Redes lo que acontece en la Isla, grande o pequeño, será quien marque la pauta. Hay que entenderlo.
Cuando aquel ciudadano de Barcelona, Nueva York,  Brasil o Argentina  lee en su celular, BlackBerry o  tablet que en Cuba la policía está atropellando los derechos de unas señoras  vestidas de blanco, esa y no otra es la información que asume y recuerda. Porque inmediatamente otros medios le informarán a continuación sobre las gafas para realidad aumentada que Google prepara; le hablarán, sabe dios cómo, de lo que acontece en Siria, o del último perfume estrenado por Madonna, y ese destinatario no irá a confirmar si lo que le dijeron de Cuba es o no cierto.
Poco impacto tendrá en él si cuatro días más tarde algún espacio televisivo nacional denuncia con sobradas pruebas tal falacia, o si largos artículos o editoriales se esmeran en revelar la verdad y las miserables intenciones que mueven esas conductas. Ya la (des)información se alojó en la silla turca del receptor y será muy, muy difícil suplantarla por otra verídica.
Y en esto último hay también que considerar el enorme engranaje montado, que incluye un también enorme respaldo financiero,  para validar las manipulaciones sobre la realidad cubana que difunden los emporios comunicativos. No olvidar que el que paga manda, también en las conciencias, o al menos, pretende hacerlo.
Pero si el batallar de las ideas en la red se entiende como consigna, repetida y no interiorizada, será difícil ganar terreno. El Tuitazo #DerechosdeCuba acontecido el jueves 22 y viernes 23 últimos, protagonizado por cubanos en esa red social, fue un éxito. Llegó a posicionar el tema entre los diez tópicos más destacados en ese espacio y encontró reflejo en nuestros medios de prensa, incluyendo la emisión estelar del Noticiero de la Televisión Cubana, pero fue silenciado por los monopolios comunicativos, con excepción de un par de cables aislados que apenas tuvieron repercusión en la Web.
Pero fue eso, un Tuitazo, un acontecimiento puntual, y ni siquiera respaldado por todos los que en esta Isla pudieron hacerlo por tener la tecnología a su alcance. Muy pocas veces los espacios digitales, salvo Cubadetabe y CubaSi,  que bien ganado se los tienen, son empleados como fuentes por el resto de la prensa cubana, y qué decir del uso que se da a los blogs o Twitter, que algunos consideran simples pasatiempos.
Sin embargo, el quehacer de la llamada gran prensa es bien diferente. Hoy, no hay uno de esos medios que baje la guardia en el constante monitoreo al que someten la Red de Redes, buscando potenciar lo que se aviene a sus intereses, casi nunca coincidente con los nuestros y sí muchas veces tirando en sentido contrario.
A tal panorama se agrega la transformación a ojos vista de la construcción de la noticia y de la agenda mediática, cuyo diseño a nivel global ya es imposible acometer o interpretar ignorando que cada habitante –y no son pocos en el mundo- con un teléfono móvil, un BlackBerry, una cámara digital o cualquier otro “tarequito”, es potencialmente un emisor de mensajes, una fuente.
Ello hay que asimilarlo sin olvidar que, simultáneamente, una cantidad no despreciable de medios impresos han decidido eliminar su edición de papel y concentrar fuerzas en la digital, luego de evaluar el poder de esta alternativa virtual, así como la carestía del papel y otros insumos, inmersos todos en la crisis que golpea al mundo del capital.
Tampoco es secreto que el acceso de los cubanos a Internet nos sitúa en desventaja. Mientras en una gran parte del planeta –incluyendo países con altos índices de pobreza- el dilema no es ya estar conectados, sino acceder a los servicios de la Red; en la Mayor de las Antillas ese sigue siendo un dilema, sin que, por cierto, en el panorama informativo se avizoren atisbos de beneficios del cable submarino Cuba-Venezuela.
Pero aunque la conectividad no es una fiesta, son muchas las alternativas que la población cubana encuentra para mantenerse al tanto del acontecer noticioso. Para ello se usan desde llamadas telefónicas, hasta memorias flash y otros soportes, sin desdeñar la transmisión persona a persona, eficaz y prolífica en esta esquina del Caribe.
¿Cuántos jóvenes cubanos se interesan hoy por lo que difunden nuestros medios de prensa tradicionales?, ¿cuáles son las fuentes a las que más acuden, y cuáles las más frecuentadas por la población en general? Aunque no existan estudios actuales al respecto, resulta innegable que los nativos digitales sienten una particular y lógica predilección por esa vía, donde valores agregados y otros recursos de la comunicación virtual hacen más atractivos los mensajes.
Para acceder a lo que les interesa, ellos inventan. Explotemos pues  esa alternativa, no “para cumplir” sino para hacer diana, y con el convencimiento, de que el que da primero, da dos veces.

Tomado del blog de Yohandry

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