Curioseando por los
blogs de otros colegas cubanos, encontré esta interesante reflexión acerca del
uso de las Redes Sociales en Cuba, y la necesidad de emplearlas eficazmente como arma de combate ideológico para
enfrentar las continuas campañas mediáticas que los enemigos de la Isla fraguan
a diario, apoyados en los grandes medios de comunicación.
Cuba, La Isla Infinita
comparte con sus lectores, este texto publicado originalmente en el blog de
Yohandry. Disfrútenlo.
Un texto de Yohandry
Fontana
Una convocatoria circula
por los buzones de correo electrónico donde el remitente alerta: “como usted
puede ser, sin permiso de nadie, un medio en la red, ayúdenos a divulgar
nuestro evento”.
Se trata de un
reconocimiento implícito a las grandísimas posibilidades comunicativas de las
que es portadora la Red de Redes y que, lamentablemente, no todos en nuestra
Isla valoramos por igual.
Mientras se reciben
exhortaciones como la que encabeza estas líneas, y mientras hay quienes dedican
toda su potencial profesional a elaborar y difundir mensajes en la red; existen
medios de prensa cubanos digitales que prácticamente se limitan a reproducir el
contenido de la edición impresa, y solo actualizan una o dos veces al día.
Puede estar aconteciendo
el más grande terremoto, puede haber fallecido una destacadísima personalidad,
haberse estrellado un avión… que ellos ya actualizaron, y habrá que esperar al
siguiente día.
Ah, pero más allá de nuestras fronteras, y aun en “el
patio”, corresponsales de agencias de prensa, las ediciones digitales de los
grandes – también de algunos pequeños- medios, continúan con su quehacer, y es
por ellos que finalmente en Cuba puede uno enterarse de las noticias de último
minuto.
Salvo Cubadebate y Cubasí, junto a otros contados ejemplos, no parecen existir
muchos espacios digitales en Cuba que desde la institucionalidad se mantengan
alertas y difundan paso a paso el acontecer nacional e internacional.
Las redacciones
integradas siguen sin concretarse, es posible que apenas se entienda con
claridad de qué se trata; algunos directivos sobre todo concentran esfuerzos en
coberturas muy específicas como grandes acontecimientos nacionales.
Pero salvo esos casos,
parece bastar con que “la redacción digital siga su marchita”, lo cual es
sinónimo -no en todos los casos, subrayo-, de cortar y pegar noticias, casi
siempre con más de doce o más horas de atraso.
En esta caldosa binaria,
también está, aunque en minoría, la otra cara del mousepad: los medios donde se
exige fuertemente a sus reporteros tributar para la web. Y en esos casos, los
periodistas no se limitan para quejarse con otros colegas de cuán cansados
están de tanta exigencia, “que, en definitiva, no va a ninguna parte y el
salario es el mismo”.
Sin dudas, no llegará
lejos si no parte del convencimiento de cada reportero sobre lo necesario e
importante de tal labor. Pero si eso se desconoce o se subestima, si no es lo
convenientemente estimulado, entonces nos quedaremos en la orilla, y seguirán
siendo “los otros” quienes continúen sembrando sus matrices de opinión, sus
enfoques manipulados.
El que da primero, da
dos veces
El mundo marcha
demasiado rápido. Aunque ese no sea nuestro caso en materia de acceso a nuevas
tecnologías, incluyendo el nivel de penetración o conectividad, quien
primero difunda en la Red de Redes lo que acontece en la Isla, grande o
pequeño, será quien marque la pauta. Hay que entenderlo.
Cuando aquel ciudadano
de Barcelona, Nueva York, Brasil o Argentina lee en su celular,
BlackBerry o tablet que en Cuba la policía está atropellando los derechos
de unas señoras vestidas de blanco, esa y no otra es la información que
asume y recuerda. Porque inmediatamente otros medios le informarán a continuación
sobre las gafas para realidad aumentada que Google prepara; le hablarán, sabe
dios cómo, de lo que acontece en Siria, o del último perfume estrenado por
Madonna, y ese destinatario no irá a confirmar si lo que le dijeron de Cuba es
o no cierto.
Poco impacto tendrá en
él si cuatro días más tarde algún espacio televisivo nacional denuncia con
sobradas pruebas tal falacia, o si largos artículos o editoriales se esmeran en
revelar la verdad y las miserables intenciones que mueven esas conductas. Ya la
(des)información se alojó en la silla turca del receptor y será muy, muy
difícil suplantarla por otra verídica.
Y en esto último hay
también que considerar el enorme engranaje montado, que incluye un también
enorme respaldo financiero, para validar las manipulaciones sobre la
realidad cubana que difunden los emporios comunicativos. No olvidar que el que
paga manda, también en las conciencias, o al menos, pretende hacerlo.
Pero si el batallar de
las ideas en la red se entiende como consigna, repetida y no interiorizada,
será difícil ganar terreno. El Tuitazo #DerechosdeCuba acontecido el jueves 22 y viernes 23 últimos,
protagonizado por cubanos en esa red social, fue un éxito. Llegó a posicionar
el tema entre los diez tópicos más destacados en ese espacio y encontró reflejo
en nuestros medios de prensa, incluyendo la emisión estelar del Noticiero de la
Televisión Cubana, pero fue silenciado por los monopolios comunicativos, con
excepción de un par de cables aislados que apenas tuvieron repercusión en la
Web.
Pero fue eso, un
Tuitazo, un acontecimiento puntual, y ni siquiera respaldado por todos los que
en esta Isla pudieron hacerlo por tener la tecnología a su alcance. Muy pocas
veces los espacios digitales, salvo Cubadetabe y CubaSi, que bien ganado
se los tienen, son empleados como fuentes por el resto de la prensa cubana, y
qué decir del uso que se da a los blogs o Twitter, que algunos consideran
simples pasatiempos.
Sin embargo, el quehacer
de la llamada gran prensa es bien diferente. Hoy, no hay uno de esos medios que
baje la guardia en el constante monitoreo al que someten la Red de Redes, buscando
potenciar lo que se aviene a sus intereses, casi nunca coincidente con los
nuestros y sí muchas veces tirando en sentido contrario.
A tal panorama se agrega
la transformación a ojos vista de la construcción de la noticia y de la agenda
mediática, cuyo diseño a nivel global ya es imposible acometer o interpretar
ignorando que cada habitante –y no son pocos en el mundo- con un teléfono
móvil, un BlackBerry, una cámara digital o cualquier otro “tarequito”, es
potencialmente un emisor de mensajes, una fuente.
Ello hay que asimilarlo
sin olvidar que, simultáneamente, una cantidad no despreciable de medios
impresos han decidido eliminar su edición de papel y concentrar fuerzas en la
digital, luego de evaluar el poder de esta alternativa virtual, así como la carestía
del papel y otros insumos, inmersos todos en la crisis que golpea al mundo del
capital.
Tampoco es secreto que
el acceso de los cubanos a Internet nos sitúa en desventaja. Mientras en una
gran parte del planeta –incluyendo países con altos índices de pobreza- el
dilema no es ya estar conectados, sino acceder a los servicios de la Red; en la
Mayor de las Antillas ese sigue siendo un dilema, sin que, por cierto, en el
panorama informativo se avizoren atisbos de beneficios del cable submarino
Cuba-Venezuela.
Pero aunque la
conectividad no es una fiesta, son muchas las alternativas que la población
cubana encuentra para mantenerse al tanto del acontecer noticioso. Para ello se
usan desde llamadas telefónicas, hasta memorias flash y otros soportes, sin desdeñar
la transmisión persona a persona, eficaz y prolífica en esta esquina del
Caribe.
¿Cuántos jóvenes cubanos
se interesan hoy por lo que difunden nuestros medios de prensa tradicionales?,
¿cuáles son las fuentes a las que más acuden, y cuáles las más frecuentadas por
la población en general? Aunque no existan estudios actuales al respecto,
resulta innegable que los nativos digitales sienten una particular y lógica
predilección por esa vía, donde valores agregados y otros recursos de la
comunicación virtual hacen más atractivos los mensajes.
Para acceder a lo que
les interesa, ellos inventan. Explotemos pues esa alternativa, no “para
cumplir” sino para hacer diana, y con el convencimiento, de que el que da
primero, da dos veces.
Tomado del blog
de Yohandry
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