Por Miguel Fernández Martínez
"No respondo a clases políticas
ni a mafias", fueron las palabras del expresidente paraguayo Fernando Lugo,
destituido hoy después de una burda maniobra política fraguada por las derechas
oligárquicas en el Senado de la nación suramericana.
"Me despido como presidente,
pero no como ciudadano paraguayo", dijo Lugo, después de enfrentar un juicio político
orquestado de forma relámpago en el Congreso de Paraguay.
Expulsar a Lugo del poder es
la única vía que encontraron los oligarcas para separar a Paraguay del concierto
de naciones latinoamericanas que se unieron en torno a UNASUR y MERCOSUR.
Una
repetición modificada de la forma en que la derecha fascista desalojó del poder a Manuel
Zelaya, en Honduras en 2010.
No quedan dudas que se trata
de un golpe de estado “blanco”, o mejor, “express”, como lo calificó el propio
Lugo.
Con esta decisión, se está
cometiendo un error histórico, subrayó el doctor Adolfo Ferrero, abogado defensor
del mandatario destituido, quien calificó además este juicio como una farsa y
una maniobra golpista.
América Latina está que
arde. Los pueblos no están dispuestos a soportar más manipulaciones de las
derechas extremistas.
Estados Unidos, una vez más
detrás de esta maquinaria golpista, provocará inevitablemente que el polvorín
latinoamericano estalle.
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