A mis amigos espirituanos, donde quieran que
estén, en la latitud que sea, con frio o con calor, les saluden en la lengua
que sea, muchas felicidades en este Día del Espirituano Ausente.
Las calles de Sancti Spiritus estarán engalanadas
este 25 de julio, y brillarán los desfiles de carrozas, disfraces, áreas de
baile y comparsas, así como las comidas criollas, entre las que sobresalen el
pan con cerdo, lechón o puerco asado, sin faltar la refrescante cerveza y el
cubanísimo ron.
Cuenta la historia que inmigrantes españoles
trajeron consigo el tributo a Santiago Apóstol
y a mediados del siglo XVIII la conmemoración religiosa propiciará el
surgimiento del Santiago Espirituano, con sus paseos a caballo, comparsas y
calles enramadas.
En 1655 se asentaron en esta ciudad
colonizadores hispanos, procedentes de Santiago de Compostela, y lo que al
principio fue una práctica devota, para rendir tributo a su santo patrón el 25
de julio, empezó a tornarse una diversión pagana.
Así se fueron haciendo muy notorias las
competencias para medir destrezas en torneos a caballo, palos o cerdos
ensebados, carreras de vehículos, juegos de participación y empleo de
disfraces.
Con el tiempo, estas celebraciones perdieron
su naturaleza mística para transformarse en fiestas populares, donde el pueblo es
su principal protagonista.
El Día del Espirituano Ausente coincide con
el de la tradicional prenda de vestir cubana: la Guayabera, pieza del
guardarropa que ha servido para nombrar a un Proyecto Sociocultural que se
desarrolla en esta localidad, reconocida como cuna de esta prenda de vestir.
La festividad más antigua del territorio
está casi a las puertas y con ella un nuevo derroche de imaginación y diversión
popular, donde quizás alguno recuerde, en medio de su alborozo, el famoso
pasacalle de Serapio y envíe un recado a su mujer para que No lo espere.
¡Feliz Día del Espirituano Ausente!