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sábado, 7 de diciembre de 2013

Wifredo Lam y Diego Rivera: dos grandes de la pintura latinoamericana



    El 8 de diciembre une a la pintura de Cuba y México, en una fecha que recuerda a dos de los más grandes exponentes de la plástica universal, el cubano Wifredo Lam y el mexicano Diego Rivera, quienes nacieron ese día, con 16 años de diferencia.
   El cubano Wifredo Lam, reconocido como el más universal de los pintores cubanos, Introdujo la cultura negra en la pintura cubana y desarrolló una renovadora obra que integra elementos de origen africano y chino presentes en Cuba.
   Nace el 8 de diciembre de 1902 en un barrio humilde de Sagua la Grande, Villa Clara, hijo de un comerciante y escribano chino y de una mulata criolla, mezcla de sangre africana, española y aborigen.
   Desde sus primeros años demostró inclinación hacia el dibujo y la pintura; el Museo de Historia de esa localidad atesora algunas de sus pinturas tempranas.

   En 1920 matriculó en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura San Alejandro, en La Habana, en la que realizó estudios hasta 1923. Los retratos y paisajes que realizó entonces le abrieron las puertas de la Asociación de Pintores y Escultores de La Habana, en la cual ingresó en 1920, y de los Salones de Bellas Artes de esa institución.
   En 1923 viajó a España para estudiar pintura como becario del ayuntamiento de Sagua la Grande. Estudió en la Academia de San Fernando de Madrid y recorrió diferentes sitios de la geografía peninsular. Construyó un vocabulario visual que evolucionó de los retratos y el paisaje de corte académico hacia los temas y lenguajes del arte moderno.
   Participó en la defensa de la República española, integró las brigadas artísticas
internacionales y el sindicato de pintores de la Unión General de Trabajadores (UGT), para el que realizó carteles de propaganda durante la contienda. Pintó en 1937 La guerra civil, (colección privada, Caracas), inspirado en el drama de la guerra.
   En 1938 se trasladó a París, Francia, donde conoció al artista español Pablo Picasso, con quien sostuvo estrecha amistad. Este lo introdujo en el mundo artístico parisino, en el que intimó con André Breton -ideólogo del surrealismo-, Benjamín Péret, Pierre Loeb y reconocidos poetas y escritores europeos.
   Su gracia personal le abrió las puertas de las tertulias de los cafés preferidos por la bohemia parisina, cuya concurrencia habitual quedó cautivada por el carisma del cubano.
   Logró así insertarse en los círculos más selectos de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX. En sus visitas al Museo del Hombre, en compañía del etnólogo Michel Leiris, encontró referentes de primera mano del arte y la escultura africanas que tanto influirían en su obra.
   Su lenguaje evolucionó entonces con celeridad hacia un estilo muy sobrio, de simplicidad compositiva y esquematismo formal deudores del cubismo.
Exposiciones
   Pintó series de figuras aisladas, parejas, maternidades y familias; entre ellas sobresalieron El desastre, de 1938 (colección privada, Miami), y Dolor de España, de 1938 (colección privada, París).
   El 30 de junio de 1939 inauguró su primera exposición personal de importancia en la Galería Pierre de la capital francesa. Meses después, la exposición Gouaches by Picasso. Drawings by Wifredo Lam, en la Perls Galleries de Nueva York, demostró la simpatía y confianza que inspiraba al maestro español.
   Lam compartió su tiempo con los surrealistas e intervino en los ejercicios colectivos del grupo, que culminaron en Le Jeu de Marseille y los Cadavre exquis.
   Cuando estalla la II Guerra Mundial, lam se traslada a Marsella e ilustra un poema de André Breton que aparece en el libro Fata Morgana(1940). Se embarca en el buque Pont de Merle con los escritores André Breton, Claude Levi Strauss, Víctor Serge y otros trecientos intelectuales. Es hecho prisionero en la isla Martinica y lo internan por 40 días en un campo de concentración.
   Los años posteriores a su regreso a Cuba en 1941 representaron el período decisivo en su carrera. Instalado en La Habana, igualmente notorias fueron su amistad y relaciones con escritores e intelectuales cubanos.
   En Martinica contó con el afecto de Aimé Césaire, el poeta de la negritud. En La Habana, Lam imprimió ciertos giros a la tradición pictórica euroccidental dentro de la cual se había formado, al crear nociones híbridas hasta entonces inéditas en la historia del arte.
   Las visiones y vivencias de su infancia, el mítico paisaje insular, la incorporación de contenidos e iconografías procedentes de los sistemas mágico-religiosos de origen africano extendidos en el Caribe y en Cuba, intervinieron en la definición de su arte.
   En ese período pintó una extensa serie de óleos y temperas sobre papel kraft. Piezas
como La silla (Colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana), La jungla (Colección del MoMA)y La mañana verde, todas de 1943, se clasificaron entre las obras maestras del momento.
   En particular, La jungla ha sido interpretada como la síntesis de un ciclo antillano, en virtud del espacio barroco dominante y de la atmósfera creada por la asociación de lo humano, lo animal, lo vegetal y lo divino. Esto condujo a Alejo Carpentier a hablar, con mucha vehemencia, de un "algo" en la obra de Lam, ecuménicamente atado, no solo al suelo de Cuba, sino a todo el rosario de islas que conforman el Caribe insular.
   El crítico Alain Jouffroy llamó a La jungla “el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo”. Esta obra y La sillase consideran verdaderas síntesis de su política, donde se mezclan surrealismo y cubismo europeos con el poder del mito característico de los cultos sincréticos del Caribe.
   Lam pasa el período comprendido entre 1947 y 1952 entre Cuba, New York y París. Trabajo sobre papel como Maternidad en verde (ca. 1942) o Figuras sobre fondo verde (ca. 1944) son piezas de moumentalidad simbólica.
   Lam también pintó en esa época altares y naturalezas muertas (1944-1945), un conjunto de retratos de H.H. (1944), la serie Canaima, (1945-1947), los lienzos de énfasis simbólico al estilo de Nativité (1947), Les noces (1947) y Belial, emperador de las Moscas (1948); así como algunas piezas de lenguaje cercano a la abstracción: Umbral, de 1950 (colección Musée Nacional d'Art Moderne, Centro Georges Pompidou, París) y Contrapunto (1951).
   A partir de 1942 firmó un contrato de exhibición con la Pierre Matisse Gallery, de Nueva York. En Cuba exhibió de manera individual en el Lyceum (1946), en el Parque Central (1950), y en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo (1951). 
    Restablecidos sus contactos con la diáspora de la vanguardia europea desplazada al Nuevo Mundo, participó en las exposiciones internacionales del surrealismo y en muestras colectivas de la pintura moderna.
   Dibujos suyos ilustraron la edición en español del poemario de Césaire El retorno al país natal (1943), mientras Pierre Loeb le encargó la ilustración de la cubierta del libro Voyages à travers la peinture (1945). En 1951 ganó el primer premio del Salón Nacional, La Habana.
   Viajero incansable, en 1952 retornó a Europa, desde donde articuló conexiones con el resto del mundo a través de viajes y exposiciones y proyectó con mayor fuerza la universalidad de su obra. En 1955 expone en la Universidad de La Habana, en gesto solidario con los estudiantes que se oponen a la dictadura de Fulgencio Batista.
   Si bien fue reconocido como gran pintor y excelente dibujante, su espíritu inconforme lo alentó a trabajar en otras disciplinas en las que alcanzó un total dominio. Así incursionó en la cerámica, primero en el Taller de Cerámica de Santiago de las Vegas, en las afueras de La Habana; luego, en Albisola Mare, en Italia donde vivió por un tiempo.
   También proyectó murales para el nuevo edificio de la Standard Oil Company en La Habana, en 1951; para el edificio del Seguro Médico de esa capital, en 1956, y para el Jardín Botánico de la Ciudad Universitaria de Caracas, Venezuela, en 1956.
   A mediados de los años cincuenta practicó el collage de papeles sobre cartulina negra. Asimismo, sucumbió ante los encantos de la gráfica en las tres últimas décadas de su existencia.
   Robert Altmann había estimulado esta vocación en 1947, cuando incluyó Quetzal en el Portfolio Number 1 de la sociedad editora Brunidor, de Nueva York; una edición con aguafuertes de Yves Tanguy, Max Ernst, Joan Miro, Roberto Matta y el propio Lam, con prefacio de Nicolás Calas. Desde el Taller Grafica Uno, en Milán, Giorgio Upiglio lo ayudó a perfeccionar sus técnicas.
   Esta nueva aventura favoreció una extensa producción de piezas independientes y de
series de aguafuertes y litografías como Le rempart de brindilles (1953), Images (1962), Apostroph' Apocalypse (1966), Visible-invisible (1971) o El último viaje del buque fantasma (1976). En menor medida, hizo algunas esculturas en metal y diseñó joyas.
   En continuas visitas a la Isla exhibió pinturas, dibujos y grabados en galerías y museos entre 1962, 1963, 1966 y 1977. En 1967 fue uno de los artífices del traslado del Salón de Mayo de París a La Habana. Una selección excepcional de su imaginario se ha mantenido de modo permanente en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.
   Su obra ha inspirado más de veinte monografías, poemas y cientos de ensayos, artículos, crónicas y reseñas, así como documentales, programas de radio y de televisión.
   Falleció el 11 de septiembre de 1982 en París. El año anterior le había sido impuesta la Orden Félix Varela, la más alta distinción que en el terreno de la cultura confiere el Estado cubano. Por voluntad expresa, sus restos fueron trasladados a Cuba. Algo, por demás, bien justo tratándose del más universal de los pintores cubanos.

Diego Rivera
   Nacido el 8 de diciembre de 1886, el mismo día pero 16 años antes que Lam, el pintor azteca, cuyo verdadero nombre era Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, con el tiempo se convirtió en una figura clave de la plástica del siglo XX, dejando obras monumentales como "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central".
   Diego Rivera participó en el renacimiento de la pintura mural iniciado por otros artistas y patrocinado por el gobierno. En México su primer mural fue "La creación" (1922), destinado al anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria.
   Ese mismo año, el pintor fue uno de los organizadores de la Unión de Trabajadores Técnicos y Plásticos y uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano.
   Pintó grandes frescos, sobre la historia y la sociedad de su país en los techos y paredes de edificios públicos. De 1923 a 1926 realizó los murales al fresco de la Secretaría de Educación en la ciudad de México, aunque su obra maestra es La tierra fecunda (1927) para la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, donde representa el desarrollo biológico del hombre y su conquista de la naturaleza.  
   Pintó murales en el Palacio de Cortés, en Cuernavaca (1930) y en la Secretaría de Salubridad.
Dos de las grandes musas de Diego Rivera fueron la fotógrafa italiana Tina Moddotti y la pintora mexicana Frida Kahlo.
   La imagen de Tina inspiró a Rivera en los murales "La tierra dormida", "Germinación" y
"Los frutos de la tierra", entre otros. Mantuvieron una relación amorosa que perduró hasta 1927.
   El 21 de agosto de 1929, Diego Rivera se casó con Frida Kahlo, 24 años menor que él. Su relación fue muy abierta y extraña, hasta 1940 se divorciaron, pero se volvieron a casar después de un año y esta vez la relación perduró hasta la muerte de ella, en 1954.
   Expuso y trabajó en Estados Unidos; su obra allí incluye un mural (1932-1933) para el Instituto de Bellas Artes de Detroit y un fresco, Hombre en la encrucijada (1933), encargado para el nuevo edificio de la RCA en el Rockefeller Center de Nueva York, y destruido poco después de su realización porque contenía, un retrato de Lenin.
   Un año más tarde, lo reprodujo para el Palacio de Bellas Artes de México. En 1935 terminó los frescos para la escalera monumental del Palacio Nacional de la ciudad de México, con su propia interpretación de la historia de su país.
    En la década de 1940 Diego Rivera pintó dos grandes murales en el Instituto Nacional de Cardiología (1944), y otro gran mural para el Hotel del Prado, Sueño de la Alameda (1947), de tema histórico-crítico.
   Sus últimas obras las realizó en mosaico de piedras naturales, como las del Estadio de la ciudad universitaria de México o el del Teatro Insurgentes. Legó a México una importante colección de estatuillas de diversas culturas indígenas, que instaló en su casa museo, el Anahuacalli, en la ciudad de México.
   Murió el 24 de noviembre de 1957 en la Ciudad de México.
   Tanto Lam como Rivera, enormes exponentes de la plástica latinoamericana y universal, están en la memoria de sus pueblos como grandes artistas de su tiempo.

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