Páginas

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Derechos Humanos en Cuba, un país libre, inmensamente libre



   Este 10 de diciembre se celebra –o se manipula- en muchos lugares del mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos y no puedo menos que tararear esa emblemática “Pequeña serenata diurna”, de Silvio Rodríguez: “Vivo en un país libre, cuán solamente puede ser libre y en esta tierra y en este instante, y soy feliz porque soy gigante”.

 
   Mi país, esa pequeña pero heroica isla que no se rinde a los pies del Imperio, es un ejemplo en la defensa de los derechos humanos más elementales de sus ciudadanos.


   A pesar de los innegables errores, pifias, negligencias cometidas en todos estos años, el gobierno cubano ha puesto al ser humano como en el centro de sus políticas.


   Cuba exhibe orgullosa estandartes sociales que muchos países del mundo, incluso del llamado Primer Mundo, envidiarían para sus pueblos. Un país pobre, tercermundista, y sobre todo bloqueado criminalmente por la potencia más grande del planeta por más de 50 años, nunca ha dejado abandonado a los hombres, mujeres, niños y ancianos.


   En mi país no hay niños mendigos, ni hambrientos, obligados por ley a estudiar gratuitamente.


   En mi país puedes graduarte gratuitamente en la enseñanza superior sin preguntar tu origen, ni raza, ni filiación política (pregúntenle a la filóloga Yoani Sánchez que a pesar de atacar de manera mentirosa las políticas locales, su hijo se beneficia del derecho de todos).

   En mi país nadie tiene que pagar un centavo para ser atendido por un médico, ni para recibir tratamientos especializados, a veces exclusivos del mundo desarrollado.


   Mi país ofrece más de 50 mil médicos al mundo entero, y llevan la esperanza de vida a los lugares más remotos, a donde muchos gobiernos jamás se ocuparon de brindar salud a sus ciudadanos.


   En mi país puedes caminar a cualquier hora, sin peligro de ser secuestrado, ni atacado por mafias de narcotraficantes.


   En mi país se puede soñar por un futuro perfectible.


   A veces me sacude la hipocresía de muchos que acusan a Cuba de violar supuestos “derechos humanos”, a imagen y semejanza del verdugo que trata de aniquilar la voluntad soberana de mi pueblo por hambre.


   Esos que acusan y satanizan al gobierno cubano, son los mismos que impiden que Cuba no pueda adquirir el láser verde o green light KTP, para el tratamiento de pacientes con hiperplasia prostática.


   Son los mismos que amenazan con millonarias multas a los productores de los adelantos científicos que intenten venderlo a Cuba.


   Son los mismos que amenazan a los laboratorios norteamericanos, europeos y/o japoneses, fabricantes de retrovirales como el Tenofovir (tratamiento de la hepatitis B) y Telaprevir (tratamiento de la hepatitis C), que temen penalizaciones de Estados Unidos si comercian con Cuba.


   Los que nos acusan de violadores de derechos humanos son los que no permiten que el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular en Cuba no disponga de un equipo de mapeo anatómico tridimensional no fluoroscópico, producido por las firmas norteamericanas Carto-Biosense y Saint-Jude.


   Son los mismos que nos prohíben adquirir utiliza la enzima modificada por el polietilenglicol (forma pegilada) o la obtenida a partir de la bacteria Erwinia carotovora, para combatir la leucemia en los niños, y que desde hace más de 10 años, están prohibidas para Cuba por ser de procedencia estadounidense.


   Los que nos reclaman, a su vez nos prohíben adquirir nutrientes de mayor calidad como el aminosteryl, de especial importancia para el tratamiento pre y postoperatorio de pacientes desnutridos con cardiopatías complejas y críticas, que solo se producen por los Laboratorios ABBOT, de origen estadounidense.


   Nuestros acusadores impiden que el Instituto de Oncología y Radiobiología compre placas de Yodo Radiactivo, para utilizar en el tratamiento a niños y adultos que padecen del tumor retinoblastoma (tumor congénito que crece en la retina), que sólo pueden ser compradas en los Estados Unidos.


   Nuestros perores críticos prohíben a Cuba adquirir al medicamento Temozolamide (Temodar), citostático específico para el uso en tumores del sistema nervioso central (gliomas y astrocitomas), que aumentaría significativamente la supervivencia y calidad de vida de los pacientes, ya que el mismo tiene pocos efectos adversos y es de relativa fácil administración en comparación con otros.


   Los que dicen que Cuba viola derechos humanos, niegan a los niños cubanos el uso del dispositivo Amplatzer de fabricación norteamericana, elaborado a partir de materiales especiales para evitar el rechazo orgánico. Este dispositivo es utilizado para el cierre percutáneo de la comunicación interauricular, (cierra la abertura defectuosa entre las arterias aorta y pulmonar, procedimiento conocido como cateterismo intervencionista) que evita la cirugía a corazón abierto, intervención que además de riesgosa, requiere de cuidado intensivo y una recuperación de tres semanas.


   Estados Unidos ha procurado por más de medio siglo matar por hambre a nuestro pueblo, que a pesar de los embates, sigue erguido y luchando por su futuro.


   Si algo sobra en Cuba, es respeto a los derechos humanos. Así que hoy, con todas las energías que tengo, sigo cantando con Silvio: "Soy feliz,/ soy un hombre feliz,/ y quiero que me perdonen/ por este día/ los muertos de mi felicidad".

No hay comentarios:

Publicar un comentario