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lunes, 7 de julio de 2014

Julia de Burgos: Una puertorriqueña que amó entre dos islas


poetisa puertorriqueña Julia de Burgos

    Este 6 de julio se cumplieron 61 años de la prematura muerte de Julia de Burgos -solo tenía 39 años-, considerada por muchos como la Poetisa nacional de Puerto Rico, luchadora por la independencia de su país y por los derechos de la mujer.
   Además de mostrar el sentimiento de amor en sus poemas, Julia de Burgos, estimuló en las mujeres la liberación femenina, fomentó en sus años la verdadera mujer puertorriqueña a través de sus poemas donde plasmó los problemas de las mujeres de su país.
   Con una voz de rebeldía y feminista escribió obras que iban en contra de la norma de la sociedad y los convencionalismos de su época. Obras muy estudiadas por Julia de Burgos han sido destacadas por el alzamiento feminista que trae en sus versos.
   Un ejemplo de una obra muy estudiada es "Yo misma fui mi ruta" que trata sobre la liberación femenina. En este poema De Burgos se muestra decidida a ser quien maneja su vida.
   Aquí se expresa en desacuerdo con los mandatos de la sociedad. Este poema exhortó a las mujeres de la generación del 30, quienes se hallaban en una lucha de poder por sus derechos, que tuvieran conciencia de tres factores muy importantes: su potencial como mujer, el manejo de sus propias vidas y no sentirse inferiores.
   Inscripta al nacer como Julia Constancia Burgos García, el 17 de febrero de 1914 en el barrio puertorriqueño de Santa Cruz, Carolina, Carolina, su vocación por la enseñanza la llevó a graduarse de maestra normalista en la Universidad de Puerto Rico en 1933.
   En 1934 trabajó en la Agencia para la Rehabilitación Económica de Puerto Rico (PRERA por sus siglas en inglés) en Comerío, como empleada de una estación de leche, lugar en que los niños de familias pobres recibían desayuno gratuito.
   En ese mismo año contrajo nupcias con Rubén Rodríguez Beaucham.

   Al cierre de la PRERA, durante corto tiempo ejerció como maestra en un barrio de Naranjito, en 1935. En esa época escribió su famoso poema Río Grande de Loíza. Durante ese año Julia de Burgos también conoció e hizo amistad con Luis Lloréns Torres, Luis Palés Matos, Evaristo Ribera Chevremont, entre otros poetas boricuas.
   Durante 1936 publicó su poema Es nuestra la hora en una hoja suelta. Estaba comenzando a darse a conocer en el ambiente literario. En octubre de ese año pronunció el discurso La mujer ante el dolor de la Patria, en la primera asamblea general del Frente Unido Pro Convención Constituyente, en el Ateneo Puertorriqueño. Escribe los dramas breves, Llamita quiere ser mariposa, Paisaje marino, La parranda del sábado y Coplas jíbaras para ser cantadas.
   En este mismo año se unió a "Hijas de la libertad", rama femenina del Partido Nacionalista de Puerto Rico, un grupo político, liderado por Don Pedro Albizu Campos, que promovía el ideal de independencia.
   En 1937 coinciden dos hechos significativos en la vida de Julia de Burgos: la ruptura de su matrimonio con Rubén Rodríguez Beauchamp y la edición privada de Poemas exactos a mí misma, que representa una de sus primeras manifestaciones líricas, cuyo paradero actualmente se desconoce.
   Al año siguiente conoció al médico y sociólogo Juan Isidro Jiménez Grullón, quien habría de convertirse en su más acrisolado amor.
   Publicó además, en 1938, su obra Poema en veinte surcos. En 1939 publicó su Canción de la verdad sencilla, obra premiada por el Instituto de Literatura Puertorriqueña.
   Un año después viajó a Cuba, en donde conoció a múltiples intelectuales, entre éstos Juan Marinello, Juan Bosch, Raúl Roa y Manuel Navarro Luna.
   Desde ese momento en adelante residió alternativamente en La Habana y Nueva York, dedicándose al periodismo y a la creación literaria.
   El 18 de enero de 1940 llegó a la ciudad de Nueva York. A los quince días de su llegada concedió una entrevista al periódico La Prensa, que se publicó bajo el título "Julia de Burgos, poetisa puertorriqueña, en misión cultural en Estados Unidos".
   El viernes 5 de abril de 1940 la Asociación de Periodistas y escritores Puertorriqueños rindió un homenaje público a Julia y a Antonio Coll y Vidal, en el Wadleigh High School Auditorium, en Nueva York.
   En 1941 se fue a vivir a La Habana. En la Universidad de esa metrópoli se matriculó en cursos de griego, latín, francés, biología, antropología, sociología, psicología, higiene mental, y didáctica.
   La relación con Juan Isidro llegó a su final en 1942. Tras esa decepción amorosa decidió partir hacia la ciudad de los rascacielos, en donde deambuló en busca de empleo. Durante algún tiempo trabajó como inspectora de óptica, empleada de un laboratorio químico, vendedora de lámparas, oficinista y costurera.
   Póstumamente se publicaron El mar y tú y otros poemas (1954) y Yo misma fui mi ruta (1986). Bajo el título de Obra poética el Instituto de Cultura Puertorriqueña recogió su lírica en 1961.
   Una muestra de sus versos figura en la Antología de la poesía cósmica puertorriqueña, publicada por Manuel de la Puebla en 2002 y en las grandes colecciones de poesía hispanoamericana.
   Julia de Burgos falleció de una pulmonía en la ciudad de Nueva York, el 6 de julio de 1953, a los 39 años. Aún su muerte estuvo rodeada de misterio. Fue encontrada inconsciente y sin identificación alguna entre la Calle 106 y la Quinta Avenida y falleció al ser trasladada al Hospital de Harlem.
   Ante la falta de identificación, su cuerpo fue enterrado en una tumba anónima. Posteriormente fue trasladada a Puerto Rico y sepultada en el Cementerio de Carolina, el lugar más cercano posible al Río Grande de Loíza que tanto la apasionó.
   La obra de Julia de Burgos se caracteriza por su singular fuerza, que surge de su apasionado romanticismo que la lleva a desarrollar de una manera mística y metafísica la naturaleza y el amor.
   La hondura y calidad de su producción poética, su extraordinaria capacidad para reflejar los problemas de la mujer de su tiempo, así como las excepcionales circunstancias que rodearon su vida y su muerte (envueltas en un halo de dolor, enajenación y desarraigo que la había llevado a considerarse como una "desterrada de sí misma"), han hecho de ella una de las figuras más fascinantes no sólo de las Letras puertorriqueñas de la primera mitad del siglo XX, sino de toda la literatura hispanoamericana contemporánea.

Al cumplirse su centenario, los cubanos rindieron homenaje a la poetisa puertorriqueña, que dejó su impronta en la cultura cubana. Reproducimos artículo publicado en el diario Granma, firmado por el periodista Pedro de la Hoz.


Julia de Burgos entre dos islas
Por Pedro de la Hoz

   Una aureola de rebeldía acompaña la existencia de Julia de Burgos, poetisa puertorriqueña a la cual la Casa de las Américas rindió homenaje en el centenario de su nacimiento (Barrio Santa Cruz, Carolina, 17 de febrero de 1914).
   Con la publicación de su obra poética, en cuidada edición prologada por Juan Nicolás Padrón, los lectores cubanos podrán constatar cómo, más allá de la leyenda, la Burgos, consiguió legar a las letras de su país, y en general a las del ámbito hispanoamericano, una cosecha lírica de acentos sorprendentes y a la vez conmovedores, en más de una zona conectada a nuestra sensibilidad.

   Sobre Julia gravita la sombra de la fatalidad, debido a la plena imposibilidad de su realización sentimental y a las trágicas circunstancias de su muerte. La persistencia de su reclamo amoroso hacia el dominicano Juan Isidro Jiménez Grullón —lo conoció en 1938 en Puerto Rico, vivieron una intensa relación hasta 1942 en tierra borinqueña, Estados Unidos y Cuba, y tras la ruptura, a pesar de haberse casado con un músico puertorriqueño, continúa obsesionada con el amante—, y el abandono a la enfermedad física y el desvarío en los últimos años de su existencia —fue hallada inconsciente y sin identificar en una calle de Nueva York el 6 de julio de 1953 y falleció pocas horas después en el hospital público de Harlem— suelen sobrepasar la real dimensión de su legado literario.
   Este fue rescatado íntegramente por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1961 y sirvió de base para la edición cubana. En vida publicó Poema en veinte surcos (San Juan, 1938) y Canción de la verdad sencilla (San Juan, 1939) y póstumamente El mar y tú, y otros poemas (San Juan, 1954). Su poesía transitó desde la asimilación del romanticismo tardío hasta una afirmación lírica propia. Se le ha comparado con Alfonsina Storni, pero está mucho más cerca de la estética de nuestro Emilio Ballagas.
   En Cuba, Julia vivió en La Habana, Santiago, Santa Clara y Trinidad.- Cultivó entre sus amistades a Juan Marinello, Raúl Roa y Manuel Navarro Luna. Aquí conoció al escritor y patriota dominicano Juan Bosch. Y el 28 de enero de 1941 publicó en el diario Oriente, de Santiago, un poema dedicado a José Martí:

Yo vengo de la tierra mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
del último destello del resplandor andino
que se extravió en la sombra, perdido por tu huella.

Yo vengo de una isla que tembló por tu trino,
que hizo tu alma más fuerte, tu llamada más bella
a la que diste sangre, como diste camino
(que al caer por tu Cuba, ya caíste por ella).

Y por ella, la América debe un soplo a tu lumbre,
tu tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre,
recio dios antillano, pulso eterno, Martí.

¡Porque tengamos cerca de la muerte un consuelo,
Puerto Rico, mi patria, te reclama en su suelo,
y por su voz herida se conduce hacia ti!

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