poetisa puertorriqueña Julia de Burgos |
Este 6 de julio se cumplieron 61 años de la
prematura muerte de Julia de Burgos -solo tenía 39 años-, considerada por muchos como la Poetisa nacional de
Puerto Rico, luchadora por la independencia de su país y por los derechos de la
mujer.
Además de mostrar el sentimiento de amor en
sus poemas, Julia
de Burgos, estimuló en las mujeres la liberación femenina, fomentó en sus años
la verdadera mujer puertorriqueña a través de sus poemas donde plasmó los
problemas de las mujeres de su país.
Con una voz de rebeldía y feminista escribió
obras que iban en contra de la norma de la sociedad y los convencionalismos de
su época. Obras muy estudiadas por Julia de Burgos han sido destacadas por el
alzamiento feminista que trae en sus versos.
Un ejemplo de una obra muy estudiada es
"Yo misma fui mi ruta" que trata sobre la liberación femenina. En
este poema De Burgos se muestra decidida a ser quien maneja su vida.
Aquí se expresa en desacuerdo con los
mandatos de la sociedad. Este poema exhortó a las mujeres de la generación del
30, quienes se hallaban en una lucha de poder por sus derechos, que tuvieran
conciencia de tres factores muy importantes: su potencial como mujer, el manejo
de sus propias vidas y no sentirse inferiores.
Inscripta al nacer como Julia Constancia
Burgos García, el 17 de febrero de 1914 en el barrio puertorriqueño de Santa
Cruz, Carolina, Carolina, su vocación por la enseñanza la llevó a graduarse de maestra
normalista en la Universidad de Puerto Rico en 1933.
En 1934 trabajó en la Agencia para la
Rehabilitación Económica de Puerto Rico (PRERA por sus siglas en inglés) en
Comerío, como empleada de una estación de leche, lugar en que los niños de
familias pobres recibían desayuno gratuito.
En ese mismo año contrajo nupcias con Rubén
Rodríguez Beaucham.
Al cierre de la PRERA, durante corto tiempo
ejerció como maestra en un barrio de Naranjito, en 1935. En esa época escribió
su famoso poema Río Grande de Loíza. Durante ese año Julia de Burgos también
conoció e hizo amistad con Luis Lloréns Torres, Luis Palés Matos, Evaristo
Ribera Chevremont, entre otros poetas boricuas.
Durante 1936 publicó su poema Es nuestra la
hora en una hoja suelta. Estaba comenzando a darse a conocer en el ambiente
literario. En octubre de ese año pronunció el discurso La mujer ante el dolor
de la Patria, en la primera asamblea general del Frente Unido Pro Convención
Constituyente, en el Ateneo Puertorriqueño. Escribe los dramas breves, Llamita
quiere ser mariposa, Paisaje marino, La parranda del sábado y Coplas jíbaras
para ser cantadas.
En este mismo año se unió a "Hijas de
la libertad", rama femenina del Partido Nacionalista de Puerto Rico, un
grupo político, liderado por Don Pedro Albizu Campos, que promovía el ideal de
independencia.
En 1937 coinciden dos hechos significativos
en la vida de Julia de Burgos: la ruptura de su matrimonio con Rubén Rodríguez
Beauchamp y la edición privada de Poemas exactos a mí misma, que representa una
de sus primeras manifestaciones líricas, cuyo paradero actualmente se
desconoce.
Al año siguiente conoció al médico y
sociólogo Juan Isidro Jiménez Grullón, quien habría de convertirse en su más
acrisolado amor.
Publicó además, en 1938, su obra Poema en
veinte surcos. En 1939 publicó su Canción de la verdad sencilla, obra premiada
por el Instituto de Literatura Puertorriqueña.
Un año después viajó a Cuba, en donde
conoció a múltiples intelectuales, entre éstos Juan Marinello, Juan Bosch, Raúl
Roa y Manuel Navarro Luna.
Desde ese momento en adelante residió
alternativamente en La Habana y Nueva York, dedicándose al periodismo y a la
creación literaria.
El 18 de enero de 1940 llegó a la ciudad de
Nueva York. A los quince días de su llegada concedió una entrevista al
periódico La Prensa, que se publicó bajo el título "Julia de Burgos,
poetisa puertorriqueña, en misión cultural en Estados Unidos".
El viernes 5 de abril de 1940 la Asociación
de Periodistas y escritores Puertorriqueños rindió un homenaje público a Julia
y a Antonio Coll y Vidal, en el Wadleigh High School Auditorium, en Nueva York.
En 1941 se fue a vivir a La Habana. En la
Universidad de esa metrópoli se matriculó en cursos de griego, latín, francés,
biología, antropología, sociología, psicología, higiene mental, y didáctica.
La relación con Juan Isidro llegó a su final
en 1942. Tras esa decepción amorosa decidió partir hacia la ciudad de los
rascacielos, en donde deambuló en busca de empleo. Durante algún tiempo trabajó
como inspectora de óptica, empleada de un laboratorio químico, vendedora de
lámparas, oficinista y costurera.
Póstumamente se publicaron El mar y tú y
otros poemas (1954) y Yo misma fui mi ruta (1986). Bajo el título de Obra
poética el Instituto de Cultura Puertorriqueña recogió su lírica en 1961.
Una muestra de sus versos figura en la
Antología de la poesía cósmica puertorriqueña, publicada por Manuel de la
Puebla en 2002 y en las grandes colecciones de poesía hispanoamericana.
Julia de Burgos falleció de una pulmonía en
la ciudad de Nueva York, el 6 de julio de 1953, a los 39 años. Aún su muerte
estuvo rodeada de misterio. Fue encontrada inconsciente y sin identificación
alguna entre la Calle 106 y la Quinta Avenida y falleció al ser trasladada al
Hospital de Harlem.
Ante la falta de identificación, su cuerpo
fue enterrado en una tumba anónima. Posteriormente fue trasladada a Puerto Rico
y sepultada en el Cementerio de Carolina, el lugar más cercano posible al Río
Grande de Loíza que tanto la apasionó.
La obra de Julia de Burgos se caracteriza
por su singular fuerza, que surge de su apasionado romanticismo que la lleva a
desarrollar de una manera mística y metafísica la naturaleza y el amor.
La hondura y calidad de su producción
poética, su extraordinaria capacidad para reflejar los problemas de la mujer de
su tiempo, así como las excepcionales circunstancias que rodearon su vida y su
muerte (envueltas en un halo de dolor, enajenación y desarraigo que la había
llevado a considerarse como una "desterrada de sí misma"), han hecho
de ella una de las figuras más fascinantes no sólo de las Letras
puertorriqueñas de la primera mitad del siglo XX, sino de toda la literatura
hispanoamericana contemporánea.
Al
cumplirse su centenario, los cubanos rindieron homenaje a la poetisa
puertorriqueña, que dejó su impronta en la cultura cubana. Reproducimos artículo
publicado en el diario Granma, firmado por el periodista Pedro de la Hoz.
Julia
de Burgos entre dos islas
Por Pedro
de la Hoz
Una aureola de rebeldía acompaña la
existencia de Julia de Burgos, poetisa puertorriqueña a la cual la Casa de las
Américas rindió homenaje en el centenario de su nacimiento (Barrio Santa Cruz,
Carolina, 17 de febrero de 1914).
Con la publicación de su obra poética, en
cuidada edición prologada por Juan Nicolás Padrón, los lectores cubanos podrán
constatar cómo, más allá de la leyenda, la Burgos, consiguió legar a las letras
de su país, y en general a las del ámbito hispanoamericano, una cosecha lírica
de acentos sorprendentes y a la vez conmovedores, en más de una zona conectada
a nuestra sensibilidad.
Sobre Julia gravita la sombra de la
fatalidad, debido a la plena imposibilidad de su realización sentimental y a
las trágicas circunstancias de su muerte. La persistencia de su reclamo amoroso
hacia el dominicano Juan Isidro Jiménez Grullón —lo conoció en 1938 en Puerto
Rico, vivieron una intensa relación hasta 1942 en tierra borinqueña, Estados
Unidos y Cuba, y tras la ruptura, a pesar de haberse casado con un músico
puertorriqueño, continúa obsesionada con el amante—, y el abandono a la
enfermedad física y el desvarío en los últimos años de su existencia —fue
hallada inconsciente y sin identificar en una calle de Nueva York el 6 de julio
de 1953 y falleció pocas horas después en el hospital público de Harlem— suelen
sobrepasar la real dimensión de su legado literario.
Este fue rescatado íntegramente por el
Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1961 y sirvió de base para la edición
cubana. En vida publicó Poema en veinte surcos (San Juan, 1938) y Canción de la
verdad sencilla (San Juan, 1939) y póstumamente El mar y tú, y otros poemas
(San Juan, 1954). Su poesía transitó desde la asimilación del romanticismo
tardío hasta una afirmación lírica propia. Se le ha comparado con Alfonsina
Storni, pero está mucho más cerca de la estética de nuestro Emilio Ballagas.
En Cuba, Julia vivió en La Habana, Santiago,
Santa Clara y Trinidad.- Cultivó entre sus amistades a Juan Marinello, Raúl Roa
y Manuel Navarro Luna. Aquí conoció al escritor y patriota dominicano Juan
Bosch. Y el 28 de enero de 1941 publicó en el diario Oriente, de Santiago, un
poema dedicado a José Martí:
Yo
vengo de la tierra mitad de tu destino;
del
sendero amputado al rumbo de tu estrella;
del
último destello del resplandor andino
que se
extravió en la sombra, perdido por tu huella.
Yo
vengo de una isla que tembló por tu trino,
que
hizo tu alma más fuerte, tu llamada más bella
a la
que diste sangre, como diste camino
(que al
caer por tu Cuba, ya caíste por ella).
Y por
ella, la América debe un soplo a tu lumbre,
tu
tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre,
recio
dios antillano, pulso eterno, Martí.
¡Porque
tengamos cerca de la muerte un consuelo,
Puerto
Rico, mi patria, te reclama en su suelo,
y por
su voz herida se conduce hacia ti!
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