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sábado, 14 de junio de 2014

Elegguá: el santo yoruba más conocido por los cubanos (+video)


Elegguá
   Por aquello de que en Cuba “el que no tiene de Congo, tiene de Carabalí”, sea blanco, negro, mulato o chino, no puede pasarse por alto a Elegguá, uno de los siete dioses fundamentales del panteón Yoruba, y por su gran importancia es el primero en ser llamado en todo acto religioso o festividad y el último en despedirse.
   No hay cubano que no sepa quién es Elegguá. Aunque sea cristiano, católico, mormón o ateo. Está presente en miles de casas cubanas, acomodado detrás de las puertas de entrada, como vigilante de los destinos de sus creyentes.
   La adoración a Elegguá –y al resto de los orishas del panteón Yoruba- viene desde los tiempos de la colonización. Los esclavos africanos trajeron con ellos sus creencias, sus dioses y sus culturas, que por más de 400 años se han enraizado en eso que llaman cubanidad.
   Los adoradores de Elegguá lo consideran el inicio y el fin de todos los caminos, el nacimiento y la muerte, el bien y el mal. Dentro de las funciones más importantes que tiene esta deidad es la de ser mensajero de los dioses, si él lo quiere, nada de lo que se le ofrenda a estos les llega.
   Es la protección primera, ya que Elegguá es quien abre los caminos para continuar en la
religión. Los no iniciados o aleyos deben recibirlo o consagrarlo como primero.
   Es la vista que sigue un camino, se convierte en un guerrero temible y feroz cuando se une a Oggún y Oshosi, nada lo detiene. Eleguá es uno de los primeros Oshas u Orishas que se recibe. Es el primero del grupo de los cuatro guerreros (Elegguá, Oggún, Ochosi y Osun), y ganó con Olofi, Obbatalá y Orula suficientes privilegios para ser el primero. Es considerado el mensajero fundamental de Olofin.

   Vive en la mayoría de los casos detrás de la puerta, cuidando el ilé de quien lo posee.
Dueño absoluto de los caminos y el destino, es quien cierra o abre el astral para la felicidad o infelicidad de los seres humanos. Siempre se debe contar con él para realizar cualquier cosa. Es el portero de la sabana y el monte.
   Es un oricha que se asienta, va a estera el día del itá de Osha y habla por el diloggún. También es el intérprete principal de las letras del sistema del oráculo del diloggún y juega un rol fundamental en los subsistemas del oráculo de Biangue..
   Es el único que ha ido y regresado del mundo de Ará Onú (muerte). Su mano de caracoles es la mayor, ya que consta de 21, estos son también el número de sus caminos. Le pertenece por excelencia junto a Obbatalá el oráculo del coco (Obí).

Características
Se le asigna el 3 según la numerología yoruba, se celebra el 6 de enero y 13 de junio y sus colores son el rojo y Negro. También se representa en Blanco y Negro llamado Afrak que es el mensajero de Babalu Aye
   Su día de la semana es el lunes y sincretiza con los santos católicos San Antonio de Padua, San Benito Palermo, y el Santo Niño de Atocha.

Familia
   Elegguá es hijo de Okuboro y Añagui, reyes de la región de Egbá. Su nombre original proviene del Yoruba Esu Elegbara (mensajero príncipe de los que viven en Egbá). Se dice también que fue hijo de Obbatalá y Yembó, hermano de Shangó, Oggún, Osun y Orunmila.

Diloggún (caracol)
   Habla por todos los odú del Oráculo del Diloggún (caracol), por este pertenecerle, pero fundamentalmente lo hace por Oddi, Okana Sode y Ojuani Shogbe.

Atributos
   Eleguá se asienta en una otá (piedra), otá conchífera, de arrecife, otá con carga, caracol cobo con carga, un coco seco o de masa con carga o en madera. Se coloca en una vasija plana. Sus atributos son: los cascabeles, garabato (bastón) de guayaba, trampa de ratón, monedas, juguetes de niño (bolitas, pitos, matracas, trompos, cometas, sombrero de guano o paja, maraca pintada con sus colores, llaves de puertas. pepitas de oro, y monedas de plata.
   Sus elekes (collares) son de cuentas rojas y negras alternadas.
  

¿Por qué Elegguá es el primer santo en comer? (patakín de Elegguá en Osatura)
   Obatalá tenía un hijo desobediente y descreído llamado Nifa Funke, que le daba muchos dolores de cabeza. Desde su escondite en las malezas, Elegguá veía como Nifa maltrataba a su padre de palabra y de obra, y decidió darle un escarmiento.
   Un día en que Nifa Funke había corrido una distancia larga y estaba muy sudado, se arrimó a un árbol para refrescarse con su sombra. Elegguá sacudió el árbol, del que cayeron muchas hojas y polvo, enfermando a Nifa. Obatalá, desesperado, comenzó a llamar en su ayuda a Elegguá.
   Oggún, que venía por el camino llevando tres cuchillos, al ver a Obatalá desesperado, le
rindió Moforibale y le preguntó qué pasaba. Al enterarse, Oggún enseguida llevó a Nifa al río, lo bañó con yerbas y lo restregó con el achó fun fun de su padre. Pero no obstante haberle hecho ebbó, le dijo que debía ir a consultar con Orula. Elegguá, que seguía escondido escuchando, decidió cerrarle todos los caminos. Oggún, Obatala y su hijo se desconcertaron al no encontrar el camino.
   Oggún encontró tres pollones y muy astutamente, fingió comerlos. Elegguá, glotón al fin, saltó sobre Oggún, le quitó las aves y se las comió. En ese momento, llegó Obatala y Elegguá, al verlo, se inclinó a sus pies y le rindió Moforibale, diciéndole: "Yo voy a salvar a tu hijo, Babá".
   Mandó a regresar al atribulado padre y salió rumbo al Ilé de Orula. Cuando llegó, se escondió y Nifa Funke se pudo consultar por fin con Orula. Este, al tirarle el ékuele, le ordenó limpiarse con tres pollones y yerbas y entregárselos a Elegguá, pues éste lo salvaría de todas sus malas situaciones; respetar al padre y contentar siempre a Elegguá, quien abre y cierra los caminos de los destinos de hombres y orishas y por eso come antes que todos y debe dársele la sangre de los pollones.

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