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sábado, 17 de mayo de 2014

Mario Benedetti y Daniel Viglietti cantan a Roque Dalton (video)



Daltónica
Daniel Viglietti & Mario Benedetti, dedicado a Roque Dalton

Llegaste temprano al buen humor al amor cantado al amor decantado llegaste temprano al ron fraterno a las revoluciones.
Pulgarcito de poeta 
que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, tan sin silla, 
tan de amores torrenciales, 
tan sin fin.
Alegría de una tierra 
que se quita las fronteras,
se desnuda las caderas, 
las volcánicas centrales
de una luz.
Cada vez que te arrancaban del mundo no había calabozo que te viniera bien,
asomabas el alma por entre los barrotes y no bien los barrotes se aflojaban turbados
aprovechabas para librar el cuerpo. Usabas la metáfora ganzúa para abrir los cerrojos y los odios con la urgencia inconsolable de quien quiere regresar al asombro de los libres
Yo lo vi, 
yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
El año treinta y dos 
él no vivía y yo lo vi 
contando sus historias de futuro,
 iba entre mil.

Yo lo vi, yo lo vi, yo lo vi.
Le tenías ojeriza a la pureza porque sabías cómo somos de impuros cómo mezclamos sueños y vigilia cómo nos pesan la razón y el riesgo por suerte eras impuro evadido de cárceles y cepos no de responsabilidades y otros goces impuro como un poeta que eso eras además de tantas otras cosas
Pobrecitos los poetas, 
bendiciones son daltones,
donde hay huesos ven marrones 
territorios prometidos 
como un sol.
Tan bracito su poesía, 
se levanta en los sensuales 
laberintos marsupiales
y reparte polen rojo, 
se abre en flor.
Ahora recorro tramo a tramo nuestros muchos acuerdos y también nuestros pocos desacuerdos y siento que nos quedan diálogos inconclusos recíprocas preguntas nunca dichas malentendidos y bienentendidos que no podremos barajar de nuevo
pero todo vuelve a adquirir su sentido si recuerdo tus ojos de muchacho que eran casi un abrazo casi un dogma.
Yo lo vi, yo lo vi.
Era el año tres mil, 
ya él no vivía y yo lo vi.
La muerte equivocada lo llevó 
y él anda aquí;
y yo lo vi, yo lo vi.
El hecho es que llegaste temprano al buen humor al amor cantando, al amor decantado, al ron fraterno a las revoluciones. pero sobre todo llegaste temprano, demasiado temprano a una muerte que no era la tuya, y que a esta altura no sabrá qué hacer con tanta vida.
Pulgarcito de poeta 
que se escapa y me cosquilla,
tan alegre, 
tan sin silla,
 tan de amores torrenciales,
tan sin fin.
Crece armado de esperanza, 
desentierra lo perdido,
le hace un hijo de sonido 
al silencio de ese pueblo
que es maestro de sus sueños.
Que se escapa y nos cosquilla,
tan sin miedo, 
tan sin silla, 
tan amado, tan armado,
tan de todos, Salvador

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