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lunes, 31 de marzo de 2014

Samuel Feijoó: El centenario de una vida legendaria



Por Onelia Chaveco (Agencia Cubana de Noticias)

   Los personajes literarios creados por Samuel Feijoo, ya fueran  mitos o de ficción, aún andan por ahí desandando la geografía cubana, y debieron reunirse este 31 de marzo para celebrar el centenario de la llegada a este mundo de un escritor raro e irreverente, como le calificaban quienes mejor le conocieron.
  Nacidos casi todos de las profundidades del campo cubano,  Feijoo escarbó bien la tierra, se sumergió en pozas y ríos para extraer de allí y mostrarnos con todo el brillo de la piel negra y mojada al güije, mito mayor de Cuba.
 Cuántos años o siglos tiene un güije, cuáles códigos le inmortalizaron, qué vericuetos de la sociología lo arraigó en el entramado social: solo Samuel lo conocía,
 Sin embargo, el investigador del folclore cubano quitó las cáscaras eruditas y devolvió a niños y ancianos, a estudiosos y menos estudiados, un Güije simple, asequible para que pudiera entenderse aquella mitológica existencia.
  Fue así que resumió al legendario personaje como ese duendecillo negro, de cabellos rizados y dientes largos, con temperamento juguetón y enamorado, que suele aparecer desnudo por esos ríos y arroyos.
 Por ahí anda aún a la espera de que otros investigadores continúen la obra feijosiana en la protección de ese patrimonio inmaterial, el cual guarda mejor el alma del pueblo campesino que siempre ha tenido Cuba.

  Y si vamos a la otra dimensión de sus personajes, los de ficción, también sacados de la cotidianidad, ahí existen muchos de ellos, testigos de las miserias y las hambres del guajiro en una nación expoliada como fue Cuba hasta 1959
Algunos recordarán las aventuras de Juan Quinquín en Pueblo Mocho, una obra llevada al cine y que mostraba la explotación del hombre y la mujer de las zonas rurales.
   El personaje femenino de Teresa Canelo, la novia de Juan Quinquín, vive en el lugar donde  Samuel la conoció de chica, mientras él pasaba aquellas largas temporadas con la familia de Manolo Canelo, en la Josefa.
   Su hermana Ena, recuerda los juguetes que Feijoo cargaba desde el pueblo para los niños pobres de esa comarca. Sobre aquella infante pobre y hermosa de cabellos casi blancos escribió también Samuel en su Diario abierto.
 Ni que decir de la obra plástica poblada de los seres más raros que su imaginación pudiera recrear, pero además no faltaba su afán por enseñar los rudimentos  a la gente de pueblo,
   No puede hablarse de este hombre sin mencionar la labor de editor, sobre todo en las revistas Signos e Isla.
   Enrique Román, periodista, quien compartió varias veces con Feijoo, escribió  que “era el etnólogo sin título y por vocación que recuperaba, sin mucho método, una miríada de información y datos sobre las costumbres y la poesía espontánea del campesinado del centro de la isla”.
 Nacido el 31 de marzo de 1914 en San Juan de los Yeras, antigua  provincia de Las Villas  vivió gran parte de su fecunda vida en el territorio de Cienfuegos, donde se recuerda en su centenario al escritor, pintor, periodista, y en síntesis al ser humano que aportó una obra única y de trascendencia.

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