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miércoles, 12 de febrero de 2014

A 30 años de la muerte del inmenso latinoamericano Julio Cortázar

   “Un escritor juega con las palabras pero juega en serio, juega en la medida en que tiene a su disposición las posibilidades interminables e infinitas de un idioma”, decía el argentino Julio Cortázar, fallecido hace 30 años en París, el 12 de febrero de 1984.
   Y eso hizo siempre el autor de Bestiario (1951) y Rayuela (1963) entre otras muchas obras que dejó como patrimonio de la literatura latinoamericana. Jugar con las palabras para entregarnos sus inolvidables narraciones, ejemplos de vida y esperanza.
   Este argentino universal nació en Bruselas, el 26 de agosto de 1914, y se le considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal.
   Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el realismo mágico e incluso con el surrealismo.
   Vivió casi toda su vida en Argentina y buena parte en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y París, ciudad donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras.

   Con la presencia permanente de lo lúdico y el humor, desarrolló una obra literaria única dentro de la lengua española. Sus magistrales relatos sorprendieron con la introducción de lo fantástico en la realidad cotidiana. Pero fue la explosiva novela “Rayuela” la que lo consagró a escala internacional y se convirtió en una de las insignias del Boom latinoamericano.
   Cortázar buscó intensamente una renovación del lenguaje y le quitó un manto de solemnidad a la literatura.
   El escritor mexicano Carlos Fuentes lo definió como “el Bolívar de la novela latinoamericana”. “Nos liberó liberándose, con un lenguaje nuevo, airoso, capaz de todas las aventuras”.
   Uno de sus primeros cuentos, “Casa tomada”, fue publicado en 1946 nada menos que por Jorge Luis Borges, por entonces secretario de redacción de la revista porteña Los Anales de Buenos Aires.
   “Años después, en París, Julio Cortázar me recordó ese antiguo episodio y me confió que era la primera vez que veía un texto suyo en letras de molde. Esa circunstancia me honra”, indicaba Borges.

   Al autor de “Historias de cronopios y de famas” le tocó nacer y morir en Europa, en parte por ese azar que a su criterio hacía mejor las cosas que la lógica. Y este año, además de recordar su muerte, celebrará su llegada al mundo hace un siglo, el 26 de agosto de 1914 en Bruselas, donde su padre desempeñaba una misión diplomática.

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