Páginas

lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuba: La otra cara de los derechos humanos



por  Marcos Alfonso*

   Existe un proverbio árabe que reza: «Libros, caminos y días, dan al hombre sabiduría». Los países suelen medirse por sus potencialidades económicas, sin embargo, el verdadero potencial radica en la cultura de sus pueblos.
   ¿Qué hace Cuba desde la friolera de más de medio siglo? Elevar a niveles insospechados la educación y la cultura, dos potentes baluartes negados hoy a buena parte de la humanidad.
   Si a tales tangibles realidades agregáramos el acceso gratuito a la salud pública, los deportes, la cultura y otras múltiples manifestaciones sociales, ¿de qué hablamos? ¿No se trata acaso de derechos de los cuales disfrutamos los cubanos y que son esenciales para la vida?

   Es cierto que los salarios son bajos, pasamos trabajo para coger la guagua y trasladarnos, hay burócratas que entorpecen la obra de la Revolución, pero me aferro a Pablo Milanés, no vivimos en una sociedad perfecta. ¿Acaso lo es alguna? Pero gozamos de libertades y derechos que pocos pueblos en el mundo pueden exhibir. Aún más, educamos y asistimos a países hermanos, dentro y fuera de las fronteras de la Isla.
   Pero sucede que en este mundo lleno de imperfecciones —los humanos somos así—, a pesar de los avances de la ciencia y la técnica, pervive la llamada Ley de la Selva, donde los más fuertes tratan de engullirse a los pequeños.
   ¿No es violatorio del derecho de los cubanos, incluso de los norteamericanos, el prolongado bloqueo económico, financiero y comercial que por más de medio siglo mantienen los Estados Unidos contra Cuba? ¿Es legal la cacería de brujas sostenida y mantenida contra todo aquel quien aspire a tener relaciones comerciales con Cuba, si de por medio anda el cartelito: Made in USA?
   Algunos días después de finalizado el 60 período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el seis de mayo del distante 2004, el entonces presidente Bush anunció la puesta en práctica de nuevas medidas para el recrudecimiento del bloqueo y la destrucción del orden constitucional refrendado por el pueblo cubano.
  Se ha incluido a la Isla en cuanta lista, relación, memorando, carta, ha sido inventada por el Departamento de Estado con el propósito, nada solapado, por cierto, de desacreditar a aquellos países que no se someten a su dominación hegemónica global.
   Nada importan las cinco décadas de agresiones preparadas, financiadas, y las más de las veces salidas desde el propio territorio de EE.UU. para agredir al país caribeño. Cuba, al decir de los grandes amos, es gobierno que colabora con el terrorismo internacional.
   Sus grandes medios de comunicación emiten decenas de miles de horas de transmisiones para ocultar la verdad sobre Cuba e, incluso, existen dos que, en el colmo de la desfachatez, llevan hasta el nombre del Héroe Nacional José Martí. Pero ¡no!, el gobierno de Estados Unidos para nada viola el derecho de los cubanos. ¿Cómo calificar semejantes acciones?
   Desde luego, tienen su lógica. A las diferentes administraciones estadounidenses y sus acólitos de la mafia anticubana, el ejemplo de la Isla en materia de justicia social, democracia y respeto a los derechos humanos, para nada les encaja en su esquema de hegemonismo global, sobre todo por el temor a la Revolución y lo que representa para los demás pueblos del continente, como lo demuestra la historia.
   No es casual que cinco hijos de esta tierra cumplan injustas condenas en cárceles de Estados Unidos, precisamente, por luchar contra el terrorismo acunado y financiado en el territorio de esa nación. El ejemplo es Luis Posada Carriles, quien deambula con plena libertad por las calles de Miami, a pesar de sus atroces crímenes.
   Sacrificio, estoicismo, sangre de sus valerosos hijos, talento, resistencia, han sido los denominadores comunes de la edificación del modelo socialista de Cuba, incluso ahora en perfeccionamiento en los órdenes económico y social. Por eso a las administraciones de Estados Unidos solo les queda el recurso de mentir y boicotear.
   Habrá que buscar alternativas, revertir la moneda, pero la verdadera situación de los derechos humanos en este país bloqueado, no debe ni puede pasar inadvertida, a pesar de las poderosas campañas mediáticas yanquis.

Marcos Alfonso, periodista cubano de la Agencia de Información Nacional (AIN)

No hay comentarios:

Publicar un comentario