“Obatalá,
obataisa, obatayano, osha birini w alano, kati okuma ye, dende laború, dende
laboya, dende la bosheshe, atike lerí, kekua lami eché”.
Cuenta la tradición que cuando Olordumare
bajó al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Debajo del cielo sólo
había agua y Olordumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra metido en el
carapacho de una babosa y una gallina.
Obatalá echó la tierra formando un montículo
en medio del mar y luego al colocar la gallina, ésta comenzó a escarbar la
tierra esparciéndola y formando el mundo que conocemos.
Con
razón para sus seguidores, Obatalá es el escultor del ser humano. Es el dueño,
como creador y regidor, de todas las partes blancas del cuerpo, de la cabeza y
de los pensamientos.
Creó todo cuanto hay blanco en el ser humano:
los senos, la dentadura, las palmas de las manos y es amigo de la paz, la
armonía y la recta conducta.
En ese
mágico mundo del sincretismo religioso cultural, Obatalá armoniza en la memoria
histórica de la isla con la Virgen de la Merced, de ahí que la iglesia habanera
de la virgen esté perennemente visitada por los iyawó que recién se consagran.
Obatalá también es parte de Cuba, como lo
son Benny Moré y Oshún, Fernando Ortiz y
Changó, Polo Montañez y Oggún, Carlos J. Finlay y Babalú Ayé. Todos son
uno en esa maravillosa y mística mezcla que enaltece a una isla que sonríe a
perpetuidad.
Este 24 de septiembre, Cuba amanecerá con sol
brillante, y en muchos, muchos hogares de la isla se sentirán los agogos
sonando y se repetirá con orgullo…!Jekua Babá!
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