Por Miguel Fernández
Martínez
Los que habitualmente apuestan a apoyar la
causa de los controversiales “disidentes” políticos en Cuba, están listos para
todo menos para escuchar que uno de ellos, asqueado de una realidad para la que
no estaba listo en su condición de emigrante, diga públicamente, entre sollozos,
que lo único que pide es que lo manden de regreso a Cuba.
Este es el caso de Gilberto Martínez, un
expreso contrarrevolucionario que emigró a España en 2011, gracias a un acuerdo
entre el gobierno del expresidente Jorge Luis Rodríguez Zapatero y la Iglesia Católica
cubana, y que ahora ocupa titulares de los principales periódicos ibéricos
después de ser desalojado de su vivienda de forma violenta el pasado 7 de mayo
por la policía alicantina.
Martínez viajó al Viejo Continente casi
convencido que partía a la tierra de sus sueños. Abandonar su patria, después
de alinearse al lado de los que no escatiman esfuerzos por rendir al pueblo
cubano por hambre, estaba entre sus pronósticos cuando decidió abrir sus
bolsillos a los abominables sueldos imperiales.
Quizás en lo que no reparó, era que en
España no podría vivir del cuento y sin trabajar, como hacía en sus años de
“luchador” por los derechos humanos en Cuba, mantenido desde Miami con dinero
que salía contante y sonante desde el Congreso de Washington.
Sin trabajo, sin dinero, y sin la cacareada
ayuda financiera que suponía recibir del gobierno de Madrid, Gilberto Martínez
fue sacado a rastras de su casa por fuerzas policiales españolas, junto a su
esposa Ismara Sánchez, de 43 años; sus dos hijas de 15 y 22 años
respectivamente, y un niño de 8 años.
Según reseña el diario El País, Martínez
declaró consternado, después del violento acto policial que lo dejó en el más
desesperante desamparo, que a él y al resto de los expresos contrarrevolucionarios
que emigraron a España les habían prometido “casa, trabajo y ayuda económica
durante cinco años”.
“Ahora estoy sin nada”, decía Martínez
entre sollozos, quien evidentemente jamás reparó que había tomado como tierra
prometida a un país sumido en una profunda crisis, con más de seis millones de
desempleados y con un gobierno que no mueve un dedo para solucionar la debacle en
que está hundido su pueblo, pero a pesar de eso, con la supuesta
obligación de “mantener” a los cubanos que habían renegado de su pueblo y de su
tierra.
Con la clásica frustración de los vencidos, y
como quien se siente utilizado como vulgar ficha de juego, el emigrado cubano
fue enfático al asegurar que “nos trajeron engañados, estamos en la calle,
hemos ido de un sitio a otro y lo único claro es que los políticos se tapan con
la misma colcha, y no arreglan nada”.
Este hombre, que ahora acusa al gobernante
Partido Popular español de quitarle todo tipo de ayuda económica, reconoce que dejaron
de pagar los 400 euros mensuales del alquiler desde julio pasado, y la luz y
agua desde septiembre.
Ahora, lo único que pide es que lo regresen
a su Patria, quizás con el remordimiento de haber abandonado a su gente tras
las 30 monedas de plata que le prometieron, o convencido que es mucho mejor
construir, a pesar de las diferencias.
Gilberto Martínez no es el único
arrepentido. Miami y Madrid están llenas de casos similares, quienes después de
exponer la espalda a la ira popular como respuesta a la vil conjura, fueron
abandonados en la más oscura miseria por sus antiguos apañadores.
En España fue a beber de su propio caldo. Su sueño de la tierra prometida se le convirtió en horrible pesadilla, y a pesar de haber pasado tanto tiempo desacreditando a su país, esta vez conoció en carne propia qué significa violar derechos humanos a fuerza de porrazos.
No dudo que alguna vez Martínez regrese a
Cuba, el mismo país que abandonó por seguir el canto mentiroso de sirenas
mercenarias. A fin de cuentas, esta es la Patria de todos los cubanos, la misma que un día
él renegó por seguir a sus peores enemigos, pero que le devolverá la
posibilidad de volver a sentirse como un ser humano.
La realidad siempre es mejor maestra que cualesquiera de las enseñanzas que algun dia alguien pueda recibir por las vias formales destinadas para ello. Lamentablemente hay adolescentes involucrados en las decisiones de adultos irresponsables. Hoy, ellas han pasado por una experiencia que ojalá sea irrepetible, pero que en sí misma es traumática. La Patria es una Madre generosa y como tal merece del esfuerzo de todos cada día y mayor nivel de consecuencia en nuestros actos y tomas decisiones.
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