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martes, 16 de octubre de 2012

Grandes del teatro vernáculo cubano: Federico Villoch, a 144 años de su nacimiento

    El periodista, comediógrafo, y empresario teatral cubano Federico Villoch Vázquez , fue el más afamado y fecundo autor del teatro vernáculo cubano y uno de los empresarios del exitoso Teatro Alhambra.
   Nació el 16 de octubre de 1868. Federico Villoch ha sido llamado “el Lope de Vega criollo” por su prolífica producción teatral. Se le atribuyen más de cuatrocientas obras para la escena, de las cuales solamente siete han llegado hasta el presente.
   Con la habilidad de un cronista convertía la actualidad en suceso teatral presentado con gracia y soltura, por ello sus obras resultan un fresco de las primeras décadas republicanas.
   Entre sus títulos iniciales destaca La mulata María, zarzuela bufa que, con música de Raimundo Valenzuela, fue estrenada en 1896 con gran éxito de público. En 1900 formó empresa con el escenógrafo Miguel Arias y los hermanos José (Pirolo) y Regino López, actores ambos, para dar inicio a la leyenda del Teatro Alhambra, con sus treinta y cinco años de intensa vida artística, escenario de la mayoría de sus éxitos.
   A su oficio y talento como dramaturgo, Federico Villoch unió su extraordinaria capacidad como empresario teatral que, en medio de decenas de compañías rivales, contribuyó a hacer del Teatro Alhambra la institución más importante del período y uno de los mitos de la historia teatral cubana.
   En su producción dramática resaltan: Napoleón (1908), La casita criolla (1912), La danza de los millones (1916) y La isla de las cotorras (1923), una de las obras más populares y representadas del enorme repertorio de la compañía; todas con música de Jorge Anckermann.
   En 1936 la compañía de zarzuelas del Martí estrenó su última pieza, Guamá, con música de Rodrigo Prats. También incluyó en su repertorio ocho de las obras anteriores de este gustado autor.
   Como periodista fundó la revista Luz y Sombra. Fue redactor de El Fígaro. Colaboró en Unión Española, La Caricatura y La Habana Elegante. Durante muchos años escribió la columna Viejas postales descoloridas en el Diario de la Marina, una singular contribución a la historia del teatro en Cuba.
   Murió en La Habana, el 11 de noviembre de 1954.

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