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lunes, 22 de octubre de 2012

Científicos cubanos: Rosa Elena Simeón Negrín, en el octavo aniversario de su muerte

    La científica cubana Rosa Elena Simeón Negrín,  consagró su vida a la investigación, actividad en la que se destacó hasta su deceso. Por muchos años se desempeñó como Presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba y Ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
   Fue además, miembro activo de organizaciones nacionales e internacionales, ocupando cargos importantes en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) y de Sanidad Agropecuaria.
   Nació el 17 de junio  de 1943 en Bejucal, un pequeño pueblo al sur de la antigua provincia de La Habana,  Cuba. De familia humilde, hija de tabaquero y farmacéutica, quienes desde sus más tempranos años, le crearon un ambiente favorable para su aprendizaje, lo que contribuyó a que se convirtiera en una excelente estudiante.
   Estudió la primaria en la Escuela Pública de Bejucal y a los 16 años, estudiando en el preuniversitario, la sorprende el triunfo revolucionario liderado por Fidel Castro y al igual que miles de jóvenes de su tiempo, recibió una beca para su formación universitaria. Para ella tuvo gran significación el poder realizar su sueño de estudiar  Medicina en la Universidad de La Habana.
   Durante toda está época participó muy activamente, junto a otros muchos jóvenes, en las luchas por la defensa de sus ideas políticas y de la soberanía de Cuba. Alfabetizó a los obreros de la fábrica "Los Pinos Nuevos", en Bejucal. Ingresó en los CDR y la FMC  en el año 1961.
   Durante la Crisis de Octubre, estuvo movilizada, como sanitaria, durante 56 días. Entre 1962 y 1965 colaboró con sus profesores en la enseñanza. Fue seleccionada en 1963 Alumna Ejemplar e ingresó además, en las filas de la UJC.
   Se graduó en el curso 1966-1967. Como resultado de su excelente desempeño, fue seleccionada para proseguir su carrera como investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), que en ese tiempo era la única institución científica para desarrollar investigaciones básicas. Hoy día el referido centro es una de las instituciones más prestigiosas del país.
   Posteriormente, en 1968, respondiendo también a las necesidades del país cambia su perfil profesional a la salud animal y comienza a laborar en el Centro de Sanidad Animal (CENSA).
   Este cambio de perfil requirió de mucho estudio, de un arduo trabajo y gran esfuerzo para cumplir las múltiples misiones encomendadas para el progreso agropecuario. Al respecto, Rosa Elena expresó: "Eso me obligó a cambiar mi perfil hacia la Veterinaria. Era una época en que se impulsaban la Inseminación Artificial y el desarrollo de la ganadería y hubo una afectación en los sementales".
   En el año 1969 fue nombrada jefa del departamento de virología, del CNIC y se le asignó la tarea de asesorar el departamento de virología animal. En 1970 ocupó el cargo de directora del departamento de microbiología de dicha institución. En esa época sus investigaciones se enfocaban hacia los problemas relacionados con la absorción viral y la propagación de los Virus.
   Al mismo tiempo, Rosa Elena realizaba investigaciones en instituciones de otros países, como Francia, donde se incluyen el Instituto Pasteur, la Escuela de Veterinaria D´Alfort y la Estación Experimental de Virología en Aviñón. Además, durante 1970 y 1980 viajó a Canadá, Jamaica y Perú  para desarrollar otras investigaciones.
   Al retornar a Cuba dirigió el combate de una grave infección asociada a la introducción y diseminación de la Fiebre porcina africana, que causó grandes pérdidas en la población porcina del país e infligieron graves pérdidas económicas y daños en la población rural.
   Fue premiada por el método empleado, y ese estudio le sirvió después para alcanzar su título de doctora en Medicina Veterinaria en 1975, una etapa de importantes sucesos en su carrera, que coincidió con su embarazo. Rosa Elena consideraba que la mujer debía tener su espacio también en las ciencias, y decía:
   "En cuanto a ambiciones, sí creo que las mujeres tienen menos ambiciones en los ámbitos de la ciencia, no se proponen metas, sobre todo en cuanto a acceso a cargos directivos en ciencia y tecnología.
   Muchas de nosotras hemos llegado a altos niveles de decisión sin habérnoslo propuesto a priori. Sin embargo, los hombres sí ansían cargos directivos, se trazan propósitos y ambicionan (en el sentido sano) ser jefes de un departamento o de un laboratorio o de un instituto científico. Existe una preferencia de las mujeres por las carreras de las ciencias sociales y en ciencias duras son menos, pero es por tradición y no por capacidades y talento".
   En este propio año fue nombrada directora del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) y presidenta de su Consejo científico, institución donde se realizan estudios e investigaciones para prevenir y tratar enfermedades en vegetales y animales, particularmente aquellas propias de las áreas tropicales. Ese mismo año fue elegida miembro del Consejo de Dirección del Instituto Superior de Ciencia Agropecuarias de La Habana.
   Desde entonces continuó sus proyectos de investigación en Virología y participó en un gran número de conferencias, talleres, nacionales e internacionales, incluyendo una consulta de alto nivel entre ministros del Medio ambiente en América Latina, celebrada en Washington D.C.. Durante la década de 1970 y comienzos de 1980, Rosa Elena trabajó como experta en Virología para la FAO.
  En el discurso de clausura del III Congreso de la FMC, celebrado en marzo de 1980, el Comandante en Jefe Fidel Castro, refiriéndose a Rosa Elena, expresó: "Creo que ustedes eligieron para el Comité Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas a una compañera muy destacada, que dirige un centro de investigaciones, que precisamente dirigió en el pasado y dirige ahora los trabajos en la lucha contra la fiebre porcina africana".
   A partir de 1985 fue designada presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba y de la Comisión Nacional para el Medio Ambiente y los Recursos Naturales. En virtud de este último cargo, representó a la Isla en la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro (más conocida como la Cumbre para la Tierra) celebrada en 1992 y dos años después en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los pequeños Estados Insulares, en Barbados.
   Fue elegida en 1995 miembro del Comité consultor de la Naciones Unidas para la Ciencia y la Tecnología, y en 1998 Miembro de Honor de la Academia de Ciencias de Cuba.
   Presidió el Consejo Científico Superior de la Academia de Ciencias de Cuba, perteneció a las sociedades científicas: Asociación Cubana de Microbiología,  Asociación Latinoamericana de Producción Animal, Sociedad de Microbiología de Príncipe Leopoldo, Bélgica; Sociedad Cubana de Ciencias Veterinarias y fue Miembro además, de las Academias de Ciencias de México y Santo Domingo.
   Las actividades de Rosa Elena Simeón se extendieron, más allá de la ciencia y la tecnología, hacia el mundo de la política, actividad que supo cumplir con celo. Fue miembro del Comité Central del Partido y miembro del Comité Nacional de la  Federación de Mujeres Cubanas desde 1980, siendo reelecta en el último Congreso.  
   Estuvo entre los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde 1986, este mismo año fue seleccionada como uno de los 23 miembros del Consejo de Estado de la República de Cuba.
   Se desempeñó además, como miembro suplente del Buró Político desde 1986 hasta 1991y en 1993 fue elegida miembro suplente del Consejo de Estado. Posteriormente en el año 1994 fue designada ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, (CITMA), institución creada ese año. En el año 2000, se le consideró cuadro destacado del Estado cubano.
   En 1985 fue elegida miembro del Consejo de Dirección del Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana. Desde entonces continuó sus proyectos de investigación en virología y participó en un gran número de conferencias, talleres, nacionales e internacionales, incluida una consulta de alto nivel entre ministros del medio ambiente en América Latina, celebrada en Washington.
   Durante la década de 1970 y a comienzos de 1980, Rosa Elena trabajó como experta en virología para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
   Representó a Cuba en la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro en 1992 y en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los pequeños estados insulares en Barbados en 1994 formando parte de la delegación de alto nivel presidida por el comandante Fidel Castro a la histórica toma de posesión de Nelson Mandela como presidente de Sudáfrica.
   En el propio año fue designada Ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, institución creada ese año y que tiene la responsabilidad de desarrollar las políticas y programas para la protección del medio ambiente y el diseño de estrategias para el desarrollo sostenible. De igual manera, es responsable de servir como un enlace estratégico entre la ciencia, la tecnología y el desarrollo económico de Cuba.
   En el año 2000, se le consideró cuadro destacado del Estado cubano y el 17 de octubre del año 2002, pronunció el discurso de apertura de IntEmpres 2002, foro organizado anualmente por el Instituto de Información Científica y Tecnológica (IDICT) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, en el cual dejó claras sus ideas sobre la inteligencia empresarial y la gestión del conocimiento, técnica de gestión a la que concedió gran importancia.
   Fue una abanderada de la introducción y generalización de los resultados de la ciencia en la práctica cotidiana y de la urgencia de transformar esta actividad en una verdadera fuerza productiva mediante el incremento de sus impactos en la economía, la sociedad y el medio ambiente.
   Rosa Elena y Ramón Ortiz, su esposo, fueron dos grandes figuras de la ciencia cubana; tuvieron una relación muy profunda, con muy buena comunicación, y, a pesar de ser también científico y tener responsabilidades, le sirvió a Rosa Elena de apoyo para que se pudiera consagrar a su trabajo, y obtener logros en su carrera, pues consideraba que el aporte que ella podía hacer era mucho más grande que el de él.
   "Mi esposo era un ejemplo de persona que reconocía la verdadera igualdad de la mujer. Él tenía una altísima comprensión del trabajo que yo realizaba y viceversa."
   Fruto de esa unión, nació su hija Rosa Elena en cuya educación, como madre, tuvo una presencia constante.
   "Mi madre tuvo una gran preocupación por las tareas de la casa, a pesar de que dedicó mucho tiempo al trabajo y a la Revolución. La casa y su familia nunca las dejó a un lado, pues estuvo entre sus prioridades la atención a nosotros, siempre decía que todos los miembros de la familia debían tener buena comunicación y que debíamos estar muy unidos. Era capaz de darse cuenta cuándo podía asumir una tarea sin comprometer a la familia.
   Nunca se sintió por encima de nadie ni consideró que tenía la última palabra, pensaba que había que escuchar para llegar a un consenso, escuchar siempre al pueblo, para saber cómo estaba el ánimo de la gente y qué se podía hacer para ayudar a levantarlo.
   No se consideró jamás merecedora de bien alguno que la diferenciara del resto de los compañeros, sin dejar de mantener la ética correspondiente a su cargo.
   Entre sus grandes virtudes tenía la de ser una persona inteligente, con mucha visión, proyección y presentaba la manera más práctica de llegar al final. Se entregaba con amor y consagración a las tareas y mantuvo siempre una estrecha relación con su gente y sus trabajadores.
   Luchó prácticamente 14 años con la enfermedad que la aquejaba, y a pesar de todo, siempre tuvo su mente muy clara y su pensamiento estaba puesto en el Ministerio y en los adelantos y resultados que debía seguir teniendo en beneficio de la Revolución.
   En el momento de entrega del Premio Nacional de Medio Ambiente en junio de 2004 ya su semblante avisaba el agravamiento de la enfermedad. A todas estas adversidades Rosa Elena supo sobreponerse ecuánimemente, hasta su fallecimiento, a la edad de 61 años. Falleció el 22 de octubre de 2004, a las 11:50 de la noche, en la capital cubana.
   Fue sepultada en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la Necrópolis de Colón. El doctor José Ramón Balaguer, ministro de Salud Pública, pronunció las palabras de despedida del duelo: "...Rosa Elena fue paradigma de lo que es una científica, una médica revolucionaria; por sus méritos ocupó como cuadro de la Revolución altas funciones de dirección y en todo aquel que tuvo directa o indirectamente contacto con ella generaba admiración y respeto por sus notables virtudes y el ejemplo que nos deja.
   Rosa Elena, aquí te despedimos en la tierra que amaste y defendiste con todas tus fuerzas hasta el último aliento de tu vida….tú no has muerto: la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida."
   Entre otras distinciones, se le confirió el título honorífico de Heroína Nacional del Trabajo de la República de Cuba, Orden “Carlos J. Finlay”., Orden “Lázaro Peña”, Orden “Mariana Grajales”, Medalla XX Aniversario de la Revolución Cubana, Medalla 250 Aniversario de la Universidad de La Habana, Medalla XX Aniversario de los  Comités de Defensa de la Revolución, Medalla 40 Aniversario de las FAR, Distinción  Antero Regalado otorgada por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños  (ANAP), Distinción Marcos Martí otorgada por el Sindicato Agropecuario, Medalla  Universidad D`Alfort, Francia, Medalla de Orden al Mérito de Checoslovaquia  y  Eslovaquia, Medalla del Sindicato Agropecuario de Checoslovaquia, Medalla “Juan Tomás Roig” del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Ciencia, y el Premio Nacional de Medio Ambiente entregado en el Memorial "José Martí", en junio del año 2004, por Raúl Castro, ministro de las FAR en aquel momento.
   Las Naciones Unidas otorgó póstumamente a la científica y ministra cubana el premio Campeones de la Tierra 2006. El lauro distingue el trabajo de Rosa Elena y "su pasión por el medio ambiente", considerados un "ejemplo brillante para todo el mundo".  
   Entregado por segunda ocasión, este premio reconoce anualmente a seis destacados activistas ambientales, líderes u organizaciones en representación de igual número de regiones del planeta.
   Entre los días del 22 al 26 de mayo del 2007, se realizó en La Habana, Cuba, el IV Festival Imagen de la Naturaleza "Rosa Elena Simeón In Memoriam", dedicado a la memoria de quien fuera, durante muchos años, ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, (CITMA) Dra. Rosa Elena Simeón Negrín, en honor a la infatigable mujer que dedicara su vida al desarrollo de la ciencia y la conservación del Medio ambiente.

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