por Miguel Fernández Martínez
La última resolución contra Venezuela aprobada en el seno de la
Organización de Estados Americanos (OEA), instando al gobierno bolivariano a “retomar
el orden constitucional”, es una ironía desde su propia concepción y de sus
patrocinadores.
Un grupo de 13 países –poco más de la tercera
parte de las naciones miembros de la OEA- presentaron el lunes una resolución
que “insta” a Venezuela a que retome el orden constitucional, basados en una
supuesta “suspensión” de los poderes de la Asamblea Nacional (Parlamento).
La decisión, patrocinada por Argentina,
Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Estados Unidos,
Jamaica, México, Panamá, Paraguay y Perú, desconoce los últimos acontecimientos
ocurridos en Caracas, después que el Consejo Nacional de Defensa dirimió la
controversia generada entre la Fiscalía General de la República y el Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ).
Para estos países, sin dudas, solo resulta
creíble lo que dicen, opinan, tergiversan y manipulan los sectores más
reaccionarios de la ultraderecha venezolana, que una vez más, como en 2014,
decidió nuevamente activar la violencia como forma y estilo para hacerse del
poder que no consiguen en las urnas.
Pero valdría la pena hacer un repaso de qué
pasa en los países que ahora claman desesperadamente por la “restauración del
orden constitucional” en Venezuela, y dentro de la misma organización
continental, calificada desde hace muchos años como un “ministerio de colonias”.
LA DERECHA CIERRA
FILAS
Algunos de los países que ahora claman con
energía por la democratización de la patria de Bolívar, poco tienen que enseñar
en materia de derechos humanos y progreso para las capas menos favorecidas de
sus respectivos pueblos. Echemos un vistazo.
ARGENTINA
Durante la controvertida sesión de la OEA, la
representación de Argentina sugirió que la resolución es “tutelar” a Venezuela,
argumento considerado por el
representante venezolano, Samuel Moncada, como una grosería y una intromisión
en los asuntos soberanos de su país.
Aunque el actual gobierno de Argentina se
preocupa por los supuestos “presos políticos” en Venezuela, mantiene injustamente
en prisión a la líder indígena Milagros Salas, líder de la organización Túpac Amaru.
Ese mismo gobierno que ahora se “preocupa”
por la situación interna de Venezuela, mantiene una inflación descontrolada del
40 por ciento anual y una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de 3,4 por
ciento, en correspondencia con las políticas de choque impuestas al pueblo
argentino.
Esos que ahora mismo se preocupan porque se “restituya
el orden constitucional” en Venezuela, violan constantemente el derecho al
trabajo de miles de trabajadores públicos y privados con olas de despidos
masivos.
Las autoridades de Buenos Aires, tan
ocupadas de resolver los problemas internos de Venezuela, han establecido alzas
de las tarifas de electricidad y gas a un 500 por ciento, logrando profundizar
el descontento de los argentinos, con un impacto mayor en las capas sociales
los humildes.
Argentina se endeudó con el pago de nueve
mil 300 millones de dólares a los fondos buitre, revirtiendo las medidas de
apelación de la decisión del Tribunal estadounidense para buscar la
reestructuración de los pagos de la deuda externa, logrados por el anterior
gobierno de Cristina Fernández.
PARAGUAY
Esta nación suramericana, que ahora aboga
por una intervención en los asuntos internos de Venezuela, ha sido escenario hace
unos días de violentos enfrentamientos de corte político, que costó la vida al líder
opositor Rodrigo Quintana, de 25
años.
Esto provocó que dirigentes de partidos de
oposición, entre ellos el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y del
Partido Demócrata Progresista (PDP) presentaran una carta dirigida al
secretario general de la OEA, Luis Almagro, en la que solicitan la aplicación
del artículo 20 de la Carta Democrática tras los últimos "atropellos
cometidos contra la democracia paraguaya", solicitud que hasta ahora no ha
tenido respuesta, porque la mira de Almagro está enfocada en Caracas.
En el curriculum “democrático” de Paraguay,
está presente el Golpe de Estado parlamentario que orquestó la oposición en junio
de 2012, para destituir al presidente Fernando Lugo, democráticamente electo en
abril de 2008.
BRASIL
El gobierno de Brasil también está entre los
más preocupados de la situación interna de Venezuela y todo indica que ahora
aboga por que suceda lo mismo que la derecha reaccionaria brasileña protagonizó
contra el legítimo gobierno de la izquierdista Dilma Rouseff.
El escenario golpista en Brasil en 2016, arrastró
al país hacia una fase de incertidumbre e inestabilidad, después del
impeachment que destituyó a la presidenta Dilma, lo que provocó un período
traumático, con repercusiones muy negativas en la política y en la economía,
que todavía sobrevive.
MEXICO
La preocupación del gobierno de México por
la constitucionalidad y el respeto a los derechos humanos en Venezuela es
insólita. Mientras los representantes de la diplomacia mexicana insisten en que
la OEA intervenga en los asuntos internos de los venezolanos, el pueblo
mexicano sigue pendiente se les responda cuando se les devolverá la seguridad
ciudadana.
Esos que ahora increpan al gobierno
venezolano, no pueden responder a sus ciudadanos por las desapariciones forzadas,
por el asesinato de periodistas, por los feminicidios, por el tráfico de drogas
y la corrupción administrativa.
PERÚ
Otro de los preocupados por la crisis de
gobernabilidad en Venezuela es el gobierno del Perú, a pesar de que su
mandatario, Pedro Pablo Kuczynski, declarara recientemente que América Latina,
con relación a Estados Unidos, actúa como un "perro simpático que no da
problemas".
ESTADOS UNIDOS
Es el líder del “ministerio de colonias”,
quien dicta las directrices para desestabilizar gobiernos progresistas en el
continente.
Este el escenario
en que se encuentra hoy Venezuela, con una ultraderecha envalentonada y que
sigue alentando a la violencia, quizás para que se repitan los trágicos hechos
del 2014, que dejaron 43 muertos y centenares de heridos.
Los culpables de estos hechos, casualmente,
son los que ahora estos países piden sean liberados.
Nada, cosas de una derecha política que no
se cansa de aplastar pueblos.